"El accidente me ha cambiado totalmente, estaré arrepentido toda mi vida". Visiblemente afectado por los hechos ocurridos la madrugada del 18 de diciembre de 2016 en la PO-340, a la altura de Gondomar, pero también asumiendo su responsabilidad en los mismos, Brais V.N. , el joven que causó un grave accidente en el que murió un chico de 25 años, relató los "escasos" recuerdos que conserva de la colisión así como los instantes previos de una noche que se preveía festiva en un juicio que quedó ayer visto para sentencia.

La Fiscalía solicita para este vecino de Vincios cuatro años de prisión por los ilícitos de conducción temeraria y homicidio imprudente. Y es que el acusado conducía un Mercedes Clase A a casi 200 kilómetros por hora en un tramo limitado a 50, haciéndolo además bajo los efectos del alcohol y con las ruedas del coche en mal estado de conservación. Su defensa admitió el exceso de velocidad, no así que sus facultades se encontrasen mermadas por la ingesta de alcohol.

Así lo reconoció el propio Brais V.N., quien admitió haber bebido "dos copas de alcohol en Baiona. "Nadie me dijo nada al respecto", reconoció en su declaración ante la juez de la sala de lo Penal 1 de Vigo. El joven también corroboró los informes de la Guardia Civil sobre su exceso de velocidad, principal causa del accidente, según la fiscal. "Era consciente de que iba a velocidad excesiva. Íbamos rápido y ocurrió. El hecho del accidente no lo recuerdo, solo tengo dos destellos, uno de los bomberos excarcelándome y otro de la Guardia Civil ya en el hospital que son los que me explican todo", confesó este vecino de Vincios.

Sobre la colisión profundizó más uno de los acompañantes que acudía con Brais V.N. en el vehículo, exactamente el que viajaba detrás del asiento del copiloto. El accidente se produjo tras rebasar una rotonda y enfrentarse el joven a una recta de 700 metros en la que puso el coche a "al menos los 199 km/h". La curva que llegó a continuación desencadenó el accidente.

Este compañero declaró que "al salir de la rotonda, Brais aceleró un poco". "Noté que el coche hizo como un extraño, un bote detrás y el coche se fue", explicó este joven, quien admite que el acusado "no mostraba signos de embriaguez; es una persona muy prudente". Estas palabras fueron aseveradas por el propio acusado, quien aseguró "no ser una persona de correr, quizás me dijeron que le 'diera' (velocidad) al coche".

Sobre las posibles advertencias realizadas por el resto de acompañantes del vehículo incidieron tanto la defensa como las acusaciones. A preguntas de la fiscal a otro de los jóvenes que resultaron heridos en el accidente, concretamente el que iba sentado detrás del conductor -el fallecido ocupaba el centro-, éste sostuvo que sí le dijeron al acusado que bajase la velocidad. "El coche no se aceleró solo, yo le dije que bajase un poco, se lo dije con un gesto", contó este varón, quien matizó que la recuperación "está siendo muy difícil".

Tratamiento psicológico

La única mujer que viajaba en el turismo era novia del joven fallecido. En su declaración reconoció que uno de los ocupantes le gritó que fuese más despacio, acción que generó un acelerón mayor por parte del acusado. Su pareja fue despedido del vehículo por la virulencia del choque contra un muro. Ninguno de los pasajeros sentados en la parte trasera llevaba puesto el cinturón.

El acusado, como el resto de heridos en el suceso, se encuentra bajo tratamiento psicológico por las secuelas sufridas. Uno de ellos incluso dejó de trabajar. Asegura que pidió disculpas y perdón a sus amigos y sus familias e incluso su defensa reconoció que intentaron llegar sin éxito a una mediación. Reconoció que se centró en su oficio y nunca sale por las noches, si bien el propio encausado admitió, que tiempo después del suceso, volvió a dar positivo (administrativo) al volante tras tomarse "un par de cervezas".