Diecisiete años de prisión. Esta es la pena que afronta un vecino de Vigo, Oswaldo O.G., acusado de un delito de maltrato doméstico, otro continuado de agresión sexual y otro más de lesiones a su pareja. El juicio se inició ayer en la Audiencia de Pontevedra, y en él se escucharon las versiones contradictorias de la víctima y el presunto agresor que, si bien reconoce que pudo haberla maltrato, niega las amenazas graves (de muerte en algún caso) y que la obligase a mantener relaciones sexuales.

Según explicó la víctima al tribunal, los hechos se remontan a los días previos al 25 de agosto de 2016. El acusado se fue formando en la cabeza la idea de que ella mantenía una relación con su jefe y comenzó a espiarle los mensajes de los móviles. Aquel 25 de agosto incluso se le dio por presentarse por sorpresa en las inmediaciones del trabajo de la mujer en Pontevedra y allí mantuvieron una primera discusión en la que, asegura la víctima, no faltaron insultos por parte del acusado. Llegó incluso a hacerle daño en el brazo al agarrarla fuertemente. Después él se fue llevándose sus móviles.

La mujer afirma que cuando regresó a casa se encontró con que él había hecho las maletas e insistía en que ella le estaba siendo infiel, algo que no era cierto. Salió de casa pero regresó diciendo que se quedaría hasta "final de mes". Fue a partir de ahí, al filo de la medianoche, cuando esta mujer asegura que la noche se convirtió ya en un auténtico calvario para ella. "Estaba fuera de sí, no había manera de hacerle entrar en razón", continuó ella, quien asegura que recibió golpes en la cabeza y en las manos por parte del agresor, así como patadas.

"Supliqué que no me matase"

Ella, que por temor había escondido los cuchillos, asegura que el acusado la amenazó con matarla y que en un momento dado Oswaldo se acercó a ella con una mano oculta en la espalda. "Yo pensé que tenía un cuchillo, y le supliqué que no me matase, pero cuando sacó la mano no había nada", relató, "pensé que no iba a llegar al día siguiente".

La víctima también declaró que mantuvo relaciones sexuales no consentidas con el acusado. Primero por vía anal y luego una felación. "Le manifesté mi oposición", dijo, pero después "accedí por miedo" pues pensaba que si se oponía "iba a recibir más". "Simplemente me lo dijo y lo hice, no era deseo mío, pero en esas circunstancias...". Confesó que en ese momento "me sentí humillada".

Sin dejarla dormir, ya de madrugada, y viendo que cada vez que lo negaba "más se enfurecía"; la mujer optó por mentir y confesarle una aventura con su jefe que no existía: "Le dije que tenía una relación pero para intentar calmarlo". Cuando él le preguntó por qué, "yo le contesté lo primero que se me ocurrió, que él me obligó para que no perdiera el contrato".

Fue entonces cuando ambos, ya a primera hora de la madrugada, fueron a Comisaría a instancias de él para interponer denuncia contra el jefe de la víctima en Pontevedra por abusos. La policía que atendió a la pareja pronto observó que algo no iba bien. "Solo hablaba él" y "ella tenía la cara desencajada". Se le apreciaban moratones y mucho cansancio por no haber dormido. La agente también logró detectar un gesto de ella que le llevó a pedir a su pareja que permaneciese fuera y, una vez a solas, la mujer le confirmó que la denuncia por abusos a su jefe no era cierta y que realmente su pareja la había agredido, siendo detenido.

"Perdí el control", dice él

Él acusado reconoce que pudo golpear en algún momento a la víctima porque "perdí un poco el control". Asegura que "en cinco años de relación nunca jamas pasó nada" y que ante esta situación "caí en lo que se llama ser un cobarde, maltratar a una mujer". Con todo, reconoce solo que pudo darle algún golpe al intentar apartarla y que pudo alcanzarla alguna patada al aire, pero insiste en que no quiso "hacerle daño".

Niega absolutamente que mantuviera relaciones sexuales con ella esa noche aunque los forenses señalan que se encontró ADN compatible con el del acusado en la ropa interior y en el cuerpo de la víctima. La defensa Oswaldo O.G. rechaza la validez de estas pruebas dado que reclama la nulidad del registro de la vivienda en la que se produjeron los hechos, dado que este tuvo lugar cinco días después del altercado y sin que el lugar hubiera permanecido precintado.