Fueron los tíos de Laia los que entraron por la fuerza en el piso y mientras uno se quedaba en la puerta con el hijo de los dueños, el otro recorría la casa, hasta que en una habitación cerrada halló un colchón fuera de sitio y bajo él, el cuerpo de la niña de 13 años a la que todo el barrio llevaba tres horas buscando. Tenía heridas de arma blanca y le faltaba ropa. La investigación se centra ahora en saber si Laia, que padecía un autismo menor, sufrió abusos sexuales y el móvil del crimen.

Ocurrió en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). La pequeña bajó de casa de sus abuelos a las siete de la tarde del lunes. En la calle, en el coche, la esperaba su padre. Pasaba el tiempo y la niña no llegaba, así que su progenitor pensó que la pequeña se habría despistado e inició una búsqueda infructuosa junto a su actual pareja y a la madre de la niña, que encontró a una patrulla de la Policía Local que se sumó a la búsqueda. Más tarde, el padre haría lo mismo con los Mossos d'Esquadra. Además, utilizaron las redes sociales para pedir ayuda, y todo el barrio se la prestó.

La familia fue puerta a puerta en el edificio. En el primero tardaron en responder. Salió un hombre envuelto en una toalla y recién duchado, que dijo no saber nada. Y la búsqueda continuó. Pero las sospechas por su actitud fueron cada vez mayores, así que un hermano del padre y uno de la madre volvieron a ese piso. El hombre tardó más en abrir y dio respuestas incongruentes, así que los tíos de la pequeña entraron en la vivienda. Al encontrar el cadáver, los gritos se extendieron en el bloque y en la calle.

Los agentes se presentaron en el inmueble y detuvieron al presunto autor del crimen, que se limitó a repetir: "Yo no he sido, yo no he sido". Los agentes tuvieron que protegerlo de la muchedumbre al sacarlo del edificio y también ayer, cuando volvieron para el registro.