La detención de la narcoabogada cambadesa Tania Varela esta semana en Cataluña ha hecho correr ríos de tinta porque llevaba cinco años en busca y captura, y porque era la única mujer de la lista de fugitivos más buscados de la Europol. Pero la historia del narcotráfico gallego está llena de fugas famosas, algunas de las cuales todavía no se han resuelto en la actualidad.

Uno de los huidos más conocidos ha sido Franky San Millán, que fue detenido en Alicante en 2006 cuando salía de la mansión de lujo en la que vivía en Alicante. Hacía 12 años que había escapado.

Francisco Javier Martínez San Millán estaba considerado por la policía como uno de los narcos más astutos, y en la víspera de que se leyese la sentencia de la operación Nécora decidió poner pies en polvorosa. Era 1994, y cuando años después le cazaron, los agentes quedaron perplejos al comprobar que sus huellas dactilares no coincidían con las del archivo. La razón es que se había implantado las de los dedos de los pies en algunos dedos de las manos. También se había retocado la cara.

También fue rocambolesco el éxodo de Laureano Oubiña Piñeiro, que le vio las orejas al lobo tras el apresamiento del Regina Maris, que venía cargado de hachís hasta los topes. En el mismo momento en el que el Servicio de Vigilancia Aduanera intervenía el barco y procedía a la detención de su hijastro, David Pérez Lago, y de su esposa en aquella época, Esther Lago, Oubiña entraba a firmar su comparecencia semanal en la Comisaría de Vilagarcía, pues tenía pendiente una causa por un cargamento de hachís anterior.

Pero la Policía no sabía nada de la operación que tenía entra manos el SVA y dejó a Oubiña irse con normalidad. El histórico capo se enteró de la redada mientras tomaba unos vinos en un bar de Dena (Meaño) y decidió volar. Primero se fue a Madrid y luego estuvo en Bruselas (Bélgica), siendo finalmente detenido en una isla griega situada a 90 kilómetros al norte de Atenas. Eso fue en octubre de 2000, algo más de un año de su espantada.

Pero aún hoy hay desapariciones que siguen siendo un misterio. Una de ellas es la Luis Jueguen Vilas, hombre de confianza del abogado y capo Pablo Vioque Izquierdo, que desde su trono en la Cámara de Comercio dirigía su propia organización de tráfico de estupefacientes. Jueguen era entonces vicepresidente de la organización empresarial, y en marzo de 1992 le tocó ir con su primo José Manuel Martínez Vilas a un misterioso encuentro con unos colombianos en un parque de Benavente (Zamora). Cuando sonó el primer disparo, que acabó con la vida de Vilas, Jueguen salió corriendo. En 2003 le condenaron a 15 años de cárcel, pero ya estaba en paradero desconocido. Hoy se cree que se esconde en Argentina.Tendría 67 años.

Se presenta en la cárcel

Otro hombre vinculado a Vioque fue el vilanovés Manuel Carballo Jueguen. Le consideraron uno de los responsables de las dos toneladas de cocaína que transportaba el Dobell y le impusieron 17 años de cárcel. Pero Carballo no fue a escuchar la sentencia. Por si las moscas, unos días antes se había largado, y pasó tres años entre Portugal y Sudamérica (mismos destinos que, años después, ha escogido Tania Varela), llegando también a ocultarse en Portonovo y en su Vilanova natal.

Hasta que en 2006, quizás cansado de deambular de un lado a otro con miedo, se presentó en la cárcel de A Lama y se entregó. Tenía 71 años, y murió tres después de un problema cardiaco.

Carballo era coetáneo de otro de los grandes señores de la droga en Galicia, Manuel Charlín Gama. Dos de los hijos de éste último estuvieron también en paradero desconocido durante un tiempo. La Nécora también salpicó a Melchor Charlín Pomares, y él puso tierra de por medio durante casi siete años. Estuvo en Sudamérica y en Marruecos, país que lo extraditó a España en 1997. Su hermana Josefa, por su parte, se escondió en Portugal, por donde se movía con documentación falsa. En 2000 la apresaron en Oporto en una operación conjunta de las policías portuguesa y española. Al parecer, la arrestaron tras formalizar en Notaría la compra de un inmueble en Vilanova de Gaia.

También el otro gran capo arousano de los orígenes del narcotráfico, José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, estuvo un tiempo fuera de cobertura. Fue a mediados de 1990, cuando el juez Baltasar Garzón ordenó detenerle en el marco de la Nécora. Se cree que Sito estaba en Panamá. Pero su periplo no duró mucho, ya que enero de 1991 le detuvieron en Madrid.

Las nuevas generaciones

Pero no solo los narcos de la vieja escuela hicieron de la huida una forma de vida. Sus herederos en el negocio de la fariña también se aficionaron al juego del gato y el ratón. Es el caso de un primo de Sito Miñanco, Ramón Bugallo Martínez, Mon, que estuvo desaparecido desde 2003, cuando la policía interceptó las tres toneladas de cocaína del Playa de Arbeyal, hasta 2009, cuando le cogieron en un coche en la autovía A-52, a la altura de Zamora.

Otro huido más o menos reciente fue Roberto Leiro Santos, al que pusieron las esposas en Lugo nueve meses después de que escapase para no responder de las seis toneladas y media de cocaína que transportaba el South Sea. Esa fue también la operación por la que Marcial Dorado está condenado por narcotráfico.

Otro caso es el de Jorge Manuel Torres Torres, de Meis, del que se sospecha que pasó una temporada en el extranjero. Estuvo huido cuatro años, y parece ser que vivió un tiempo en Colombia. Le cogieron en noviembre de 2007 a raíz de la denuncia por malos tratos que puso contra él su excompañera sentimental, una ciudadana colombiana con la que había tenido dos hijos. Aunque no todos los narcos se van lejos. Rafael Bugallo Piñeiro, "O Mulo" se escondía a menudo sin salir de Cambados. Para pasar desapercibido usaban coches prestados e incluso se disfrazaba.