Un chico "tranquilo, trabajador y deportista" que planeaba casarse. "Iniciaba su vida, estaba en lo mejor de ella...", describen sus allegados. Pero la madrugada del pasado día de Navidad, cuando regresaba caminando a su domicilio en Ibiza, varios integrantes de una banda latina se cruzaron en su camino. Le agredieron para robarle el teléfono móvil. Las lesiones acabaron siendo mortales. El joven aún tuvo fuerzas para llegar a casa. Y se acostó a dormir. Pero cuando su familia fue a despertarlo al día siguiente ya no tenía constantes vitales. La víctima es Santiago Garrido García. Tenía 23 años y, aunque nacido en la isla balear, guardaba fuertes vínculos con la localidad pontevedresa de Ponteareas, de donde es originario su padre, quien se trasladó a Ibiza hace tres décadas y allí asentó su vida.

Cuando se cumplen dos meses y medio del crimen, la Policía Nacional acaba de resolverlo. Fuentes oficiales informaron ayer de la detención de tres jóvenes que forman parte de una banda latina asentada en Ibiza por su presunta participación en el homicidio y robo violento -la familia de la víctima informó de un cuarto arresto, el de una chica menor de edad-. Uno de los apresados quedó libre con cargos en sede policial, mientras que los otros dos pasaron a disposición del juzgado de guardia de Ibiza, el de Instrucción 2.

Tras comparecer ante la juez, otro joven también fue puesto en libertad con la obligación de comparecer semanalmente en el juzgado, mientras que el considerado autor material del crimen y cabecilla del grupo ingresó en prisión provisional sin fianza. En los juzgados se vivieron momentos de tensión cuando familiares del fallecido, entre ellos el padre y la novia, vieron al supuesto homicida. "Quería ver cara a cara quién había hecho eso a mi hijo; y aún tuvo el descaro de quedarse mirando, en actitud chulesca", explicaba ayer a FARO el progenitor, Jesús Garrido, roto de dolor y también muy afectado por el hecho de que solo uno de los arrestados haya sido enviado a la cárcel.

Los hechos se remontan a las pasadas navidades. Santiago salió para celebrar la Nochebuena y, de madrugada, de vuelta al domicilio familiar, fue abordado en el paseo marítimo de Ses Figueretes. Pese a la agresión, para robarle el teléfono, pudo llegar a la vivienda. La Policía informa en un comunicado que presentaba "algunas heridas en la cara y en las manos, achacándolas a una caída según dijo a su madre". El padre del chico matizaba ayer esta cuestión. "Él llegó a casa y solo quería acostarse; y al otro día nos lo encontramos como lo encontramos... así de duro y claro", describe.

Y es que cuando fueron a despertarle para la comida familiar vieron que no tenía constantes vitales, y llamaron a los servicios de emergencia. Con la muerte del chico el grupo UDEV de Ibiza inició la investigación. Desde el inicio se determinó que las lesiones "no tenían apariencia de ser fortuitas", por lo que se apuntó a la hipótesis, finalmente confirmada, del homicidio.

Testimonios y datos recabados fueron apuntando a una banda formada por personas de origen latinoamericano radicada en Ibiza. Un grupo con "rangos jerárquicos y tareas bien definidas" al que para acceder se exige pasar por ritos de iniciación. Pero el teléfono móvil de la víctima, el que le robaron, fue la clave definitiva. La Policía lo localizó en Barcelona. Su actual dueño aportó datos que relacionaron el terminal con un ibicenco que repara dispositivos móviles. Tras localizar a esta persona, los investigadores situaron el origen del teléfono en un grupo de jóvenes que roban todo tipo de dispositivos electrónicos. Y comprobaron que los datos apuntaban a la banda latina a la que ya vigilaban, procediendo a los arrestos.