La familia de Déborah Fernández-Cervera, cuyo cadáver apareció el 10 de mayo de 2002 en una cuneta de O Rosal (Pontevedra) diez días después de desaparecer cuando hacía deporte en Samil (Vigo), pide que se reabra la causa por su muerte y se investigue si su autoría está relacionada con José Enrique Abuín Gey, 'El Chicle', detenido como autor confeso de la muerte de Diana Quer.

Después de que la Guardia Civil comunicase que "revaluará" otros casos, "sobre todo de violación", para determinar si Abuín está implicado en más delitos, la familia de Déborah Fernández-Cervera ha reclamado que se incluya su caso, archivado en 2010 por falta de pruebas, "por lo menos para despejar dudas".

La hermana de Déborah Fernández-Cervera, Rosa Fernández-Cervera mantiene que su caso "encaja dentro del perfil" de víctimas que supuestamente busca 'El Chicle', pues tenía 22 años, el pelo largo y moreno y caminaba sola en una zona no muy transitada. Además, aunque ella desapareció en Vigo, ha defendido que "cambiar de ciudad es sencillo". En este sentido, Rosa considera que el deber de la familia es "quemar todos los cartuchos, por lo menos descartar otras vías", así como denunciar que las familias de desaparecidos se sienten "olvidadas". Por ello, ha avanzado que pretende registrar esta petición, para que el caso de su hermana "no se olvide, porque sigue habiendo un asesino suelto".

Una investigación "nefasta"

Así, Rosa Fernández-Cervera ha criticado que inicialmente la investigación por la muerte de su hermana fue "nefasta", pues "durante ocho años" se centró en las pruebas de semen y otras que se hallaron en los alrededores del cuerpo, a pesar de que la familia, por la personalidad de Déborah, tenía "claro que era una puesta en escena para desviar la atención".

Asimismo, ha censurado la "falta de medios especializados y cualificados" que hay en Galicia, comunidad que considera "un punto negro", y ha señalado también que el sistema penal español "tiene que cambiar" para que una persona "con indicios suficientes, por lo menos, sea imputada", ya que actualmente "o reincide, o comete un error, o sale totalmente indemne".

La autopsia confirmó el fallecimiento por asfixia y descartó la agresión sexual, así como signos de violencia. Además, los forenses advirtieron que el cuerpo había estado guardado en un lugar refrigerado y oscuro durante días, posiblemente en un arcón congelador. Pese a todo, las pistas no llevaron a ninguna detención.

La Policía trabajó en la hipótesis de que Déborah murió en otro lugar y fue depositada en esa cuneta, de tal manera que fuese relativamente fácil de encontrar. Además, la persona que la puso ahí, que podría ser un allegado o tener un vínculo afectivo con la víctima, trató de preparar el escenario para confundir a la Policía y simular una agresión sexual.

Otros casos de desapariciones sin resolver que impactaron a la comunidad gallega fue el de María José Arcos en el Faro de Corrubedo y Sonia Iglesias, en Pontevedra.