El Gobierno iraní se centró ayer en el reparto de ayuda a los damnificados por el terremoto del domingo pasado, que causó 530 muertos y más de 7.800 heridos, en medio del descontento de los afectados por su desoladora situación. Al lugar de la tragedia, la provincia occidental de Kermanshah con 30.000 viviendas destruidas, acudió el presidente iraní, Hasan Rohaní, para supervisar las labores de socorro y visitar a los heridos. Rohaní aseguró que el Gobierno hará todo lo posible para brindar asistencia a los damnificados.