"Es un criminal que mató a una bellísima persona, porque mi nieto era un gran chico. ¿Qué justicia nos van a dar ahora? ¿Qué le van a hacer al que le disparó? ¿De qué nos vale que le pongan 15 años de cárcel o los que sean para que mucho antes ya esté en la calle para seguir haciendo lo mismo...?" Ningún consuelo hay para Álvaro Beltrán, de 86 años. Este hombre y Felisa Rodríguez, de 83, son los abuelos paternos de Dani. Ayer, en su vivienda en el barrio de Pousadouro (Chapela), recibían el apoyo y el cariño de allegados y vecinos. "Era un chico muy bueno, puedes preguntar en todo esta zona y ta van a decir lo mismo... Se preocupaba mucho por nosotros, venía mucho por aquí", afirma su abuela.

Álvaro Beltrán relata lo que le contaron sobre el suceso. "Ese hombre estaba orinando y mi nieto y otro chico le llamaron la atención. Y sin más, sacó la pistola y mató a Dani", se lamentaba. "Lo que es incomprensible es que el asesino estuvo por la noche haciendo ostentación de que tenía una pistola, exhibiéndola, y nadie avisó a la Policía", proseguía. "Un hombre de más de 40 años anda así y nada...", repetía. Los abuelos de la víctima cuentan que fue la Policía Nacional la que avisó a su hijo -el padre del fallecido- de lo ocurrido y que en la mañana de ayer este hombre se había trasladado hasta el juzgado de Redondela que se ha hecho cargo de las actuaciones.

El matrimonio cuenta que Daniel vivió "desde pequeñito" con ellos, a raíz de que sus padres se separaran. "Lo criamos, era como nuestro hijo", afirma la mujer. Ahora, pese a que residía en otra zona de Chapela con su pareja, el joven iba muy a menudo a junto de sus abuelos. "Tenía aquí su moto", dicen. "Le gustaban también los perros, tenía dos, uno era de la novia", añaden. Muy trabajador, refieren, en la actualidad el chico tenía empleo en la descarga de contenedores de pescado. "Tenía una furgoneta de la empresa, él andaba también de conductor", dicen. Ese vehículo estaba aparcado ante la vivienda en la que residía el chico en la zona de Cuatro Puentes de Chapela ya casi limítrofe con Vigo. Vecinos de la zona contaban que durante la mañana de ayer se había acercado el jefe "para recogerla".

Vecinos de los abuelos de Dani recordaban al joven desde "muy pequeño". "Y ahora seguía viniendo mucho por aquí; es una gran pena", decían. También donde en la actualidad el joven residía con su novia la conmoción era absoluta. Muy cerca de su casa hay un supermercado donde ayer se resistían a creer lo que había ocurrido. Vanesa Vázquez, trabajadora de este establecimiento, relata que Daniel acudía con frecuencia a hacer la compra. "Ayer por la tarde [por el viernes] estuvo por aquí", señala esta mujer, que define al joven como "un buen chico" y "trabajador".

Un amigo del fallecido afirma que le gustaban mucho las motos y también el boxeo, un deporte que llegó a practicar. "Estaba siempre ahí para lo que hiciese falta y con una sonrisa; lo recuerdo siempre con la moto o paseando a su pastor alemán", afirmaba este joven con los ojos enrojecidos.

También lo conocían en Arealonga, en el lugar donde ocurrió el crimen, a donde iba con frecuencia. Ayer, tras el homicidio, fueron las personas que estaban allí las primeras en socorrerlo. Uno de los bares todavía estaba abierto. Varias jóvenes le prestaron los primeros auxilios. "Estuvimos intentando taparle la herida, reanimarlo... Una chica que le hizo la reanimación estudia enfermería. Éramos cuatro chavales que no sabíamos qué hacer", se lamentaba una chica que prefiere guardar su identidad en el anonimato. Esta testigo señala que cuando ocurrieron los hechos la gente estaba arremolinada en el muro próximo a donde fueron los disparos. Algunos jóvenes describen que, cuando escucharon el primer tiro, pensaron inicialmente que "eran petardos" de la fiesta. "De repente todo el mundo se puso a gritar, a preguntar qué había pasado... Y Dani estaba desplomado; le dispararon a él, le tocó a él, pero le había podido tocar a cualquiera", concluyen.