Doce marineros del pesquero gallego "Gure Uxua", con base en la localidad coruñesa de Cariño, y los tripulantes de dos helicópteros de Salvamento Marítimo, protagonizaron en la tarde de ayer un rescate épico en "condiciones terroríficas", con olas de una altura superior a tres pisos, vientos huracanados de más de 50 nudos (100 kilómetros por hora) y bruma a ras del mar, después de que el barco se fuese a pique por una vía de agua, cuyo origen se está investigando.

La supervivencia de estos marineros, en medio de un duro temporal -bautizado con el nombre alemán de "Kurt"- solo puede calificarse de milagrosa. Durante cuarenta minutos estuvieron a merced de la mar gruesa, entre paredes de agua de diez metros -como indicó el jefe del centro de coordinación de Salvamento Marítimo de Gijón, Alejandro Busto-, rodeados de espuma y con unas temperaturas gélidas, lo que explica que, cuando fueron rescatados, presentasen signos de hipotermia severa.

Los rescatadores no dudaron en enfrentarse a las peores condiciones para salvar la vida de estos marineros. Los tripulantes del helicóptero "Pesca II", con base en A Coruña, explicaban horas después del rescate lo apurado de la situación. "Vimos una balsa que estaba vacía y ahí nos temimos lo peor, que hubiesen caído al mar todos. Pero una milla más allá vimos la segunda balsa, en la que estaban los doce", relató unos de los rescatadores gallegos.

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El "Gure Uxua", un atunero de 24 metros, con patrón cántabro y tripulación formada por gallegos y portugueses, regresaba del caladero de Gran Sol para refugiares del terrible temporal que azota el Atlántico. Pero no les dio tiempo a llegar a la costa. A eso de las tres y veinte de la tarde, Salvamento Marítimo recibió la voz de alarma a través de la estación radiocostera de Navia. Estaban a unas cincuenta millas náuticas de la costa asturiana, tenían una vía de agua y se iban a pique.

Antes de abandonar la nave, los marineros lanzaron la radiobaliza de rescate, y se enfrentaron a un destino incierto. Los primeros en llegar fueron los gallegos del "Pesca II", que izaron a cinco de los marineros y los trasladaron a Celeiro, en el concello de Viveiro, y desde allí al hospital de Burela. Los otros siete fueron rescatados por el Helimer Cantábrico y trasladados hasta la base de Salvamento Marítimo de El Musel, en Asturias.

De los marineros que llegaron a Gijón, dos de ellos -los que presentaban un estado más grave-, ingresaron en el hospital de Cabueñes, mientras que los otros cinco fueron atendidos en el área de Urgencias del hospital de Jove.

En el rescate también participaron, además de los dos helicópteros ya citados, el Helimer 209 y se movilizaron tres embarcaciones: la Guardamar Concepción Arenal, la Salvamar Capella y el buque Alonso de Chaves. Las unidades de superficie fueron finalmente desmovilizadas. Además se pidió al mercante HR Marion que se desviara hacia la posición de emergencia. Una vez finalizado el rescate de los marineros, el pesquero ya había terminado de hundirse por completo en las aguas del Cantábrico.

Esta operación de salvamento es una de los más complicadas a los que han tenido que hacer frente los rescatadores con base en El Musel. Los trabajadores de este servicio tuvieron que trabajar en un helicóptero sacudido constantemente por el fuerte viento. "Las condiciones de la mar eran especialmente malas. Teníamos previsiones una tormenta muy violenta, de fuerza 11", destacó tras el operativo Alejandro Busto. Pero el estado del mar ayer era aún peor.

La velocidad con la que los rescatadores llegaron al lugar del suceso, a 70 millas de la base en Gijón, fue digna de reseñar, unos cuarenta minutos, según Alejandro Busto. "A pesar de haber desembarcado en la lancha, había olas enormes, espuma por todas partes y mucho viento, por lo que tenían una hipotermia severa", afirmó el responsable de la base de El Musel haciendo hincapié en que ahora será la Comisión de Investigación de Accidentes Marítimos la que "recabará todos los datos y llegará a conclusiones".

Por el momento lo que parece descartado es que la embarcación hubiera encallado "a tantas millas de la costa". A pesar de la dura experiencia vivida y de los efectos del frío, los marineros, una vez seguros en el helicóptero y en tierra, se mostraron contentos y sonrientes, y dedicaron gestos positivos a las cámaras, quizá para tranquilizar a sus familiares.

Angustia en Cariño

Y es que, mientras la suerte de los doce marineros se jugaba a cincuenta millas de la costa entre Ribadeo y Navia, en Cariño, los familiares vivían la situación con una angustia extrema. El armador del barco, José Pernas, conocido como "Pepe el de Cariño", atendió a los familiares de sus marineros en la empresa que regenta, Pesca Covadonga. "Lo único que nos preocupa es el estado de los pescadores y tranquilizar a las familias", indicó una persona cercana al armador.

El alcalde de Cariño, José Miguel Alonso Pumar, mostró su alegría tras el rescate de toda la tripulación del "Gure Uxua". "Teníamos el corazón en un puño, pero, afortunadamente, solo se ha perdido la embarcación. La vida es lo primero", subrayó el regidor de la localidad coruñesa, que conoció la buena noticia a través del patrón mayor de la cofradía de pescadores, que a su vez habló con el armador. "Venían en busca de refugio", anotó el alcalde.

Hace ahora tres años, se produjo otro naufragio, esta vez de un arrastrero luso, también a unas 20 millas de la costa de Navia. En aquella ocasión la catástrofe pesquera se saldó con siete marineros heridos y cinco fallecidos. Otro barco de bandera portuguesa, el "Santa Ana", también se hundió cerca del Cabo Peñas en 2014, dejando un legado más trágico de ocho marineros muertos.

Quince minutos

Apenas quince minutos pasaron desde que se recibió la llamada en la que los tripulantes informaban de que el pesquero se estaba hundiendo y se activó la radiobaliza de localización de siniestros.

A aquel punto llegó primero el helicóptero gallego "Pesca 2" desde su base de Viveiro. La peligrosa operación se extendió hasta, al menos, las cinco menos cuarto de la tarde. Los doce tripulantes del barco habían conseguido abandonar el pesquero y se encontraban a bordo de una de las lanchas salvavidas. El frío les arrastraba al borde de la muerte, afectados por una hipotermia severa.

"De no ser porque había luz diurna, la operación no habría podido llevarse a cabo", enfatizó Alejandro Busto, jefe de coordinación del Centro de Salvamento de Gijón. Y no dudó en tildar el rescate de "alto riesgo operativo".

"Cuando llegamos nos centramos en el rescate, en salvar las vidas humanas", aseveró. Aún se desconocen las causas del hundimiento aunque se descarta, debido a la gran distancia de la costa a la que se hallaba, que el barco pudiese haber encallado.