No pretendía cometer un atraco, tampoco encañonó a los empleados pero su violenta aparición sembró el pánico ayer en un supermercado de la Avenida de Otero Pedrayo de Ourense, a las 14 horas. Disparó seis veces en presencia de empleados y clientes, se comió dos plátanos y fumó un cigarrillo. "Es una situación insólita", aseguraron fuentes policiales.

Varios clientes salieron a la carrera, gritando, ayudados por algunos trabajadores del supermercado cuando el individuo, Carlos Estéfano G.U., de 35 años, nacido en Bilbao, empezó a disparar en un lineal con una escopeta de caza de cañones paralelos, propiedad de su padre. Carecía de antecedentes. Llevaba una mochila en una mano y la escopeta en la otra -entró con ella oculta en la bolsa-, iba provisto de más munición (quedaron sin detonar 11 de cartuchos del calibre 12), así como una botella de plástico con gasolina. El hombre padece un trastorno mental, según las autoridades. La Policía Nacional ve posibles delitos de robo con violencia, atentado a la autoridad, homicidio doloso en grado de tentativa, daños y tenencia ilícita.

Estudiante de ocupación, Carlos Estéfano G. U. es vecino del mismo edificio y asiduo del establecimiento de Mercadona en los últimos meses; a veces iba 4 y 5 veces al día para hacer pequeñas compras, según los trabajadores. Tras entrar sin despertar sospechas, se detuvo en la zona de las bebidas alcohólicas, dejó la mochila en el suelo, sacó la escopeta y realizó 4 disparos hacia el techo y la mercancía. Empleados y clientes entraron en pánico. En ese momento, "se dedicó a pasear entre las estanterías, comer un plátano en la zona de frutería y coger parte del dinero de la caja registradora, alzándolo al aire y la otra parte al suelo", según la comisaría. El atacante hizo otros dos disparos que impactaron en un rótulo y en la cristalera de la entrada, en dirección al policía local fuera de servicio que, armado con su pistola particular, le había pedido que depusiera la escopeta, aunque el impacto estaba por encima de la altura del agente. Posteriormente, tras comerse su segundo plátano y depositar su arma encima del mostrador, el agente municipal y tres policías nacionales accedieron al establecimiento y detuvieron al agresor. No opuso resistencia.

Ni trabajadores ni clientes resultaron heridos, pero sí se vivieron momentos de pánico y nervios de los testigos y los viandantes. Efectivos de la Policía Local encontraron en un almacén de fruta a una docena de personas refugiadas allí, "sin querer abrir la puerta en un primer momento y muy angustiadas", según la Policía.

Algunos trabajadores aseguran que oyeron al individuo gritar en árabe la expresión "Alá es grande", aunque uno de los que lo manifestó tras el suceso se desdijo al prestar declaración en la comisaría en calidad de testigo. En cualquier caso, la Policía Nacional descarta nexo con el terrorismo.

En los calabozos, al parecer, el hombre no se mostró arrepentido en ningún momento, sino incluso satisfecho con el protagonismo. Al cierre de esta edición, había declinado hacer ninguna declaración a los policías. El paso a disposición judicial queda pendiente del registro domiciliario, que se encontraba en curso. Por su parte, el juzgado encargará un estudio psiquiátrico del imputado para determinar su grado de responsabilidad penal.