Adrián Burlacu era un viejo conocido de la justicia. El ciudadano rumano se sentó en junio de 2013 en el banquillo de la Audiencia de Pontevedra acusado, junto a otro hombre, de secuestrar, amenazar y golpear a dos personas para que les desvelasen el paradero de una antigua pareja de Burlacu. Los enjuiciados llegaron a coacionar a las víctimas con una pistola simulada y un cuchillo.

Ambos acusados fueron condenados como autores de dos delitos de detención ilegal a las penas de cuatro años y dos días de prisión. También indemnizaron a las dos víctimas con 365 euros por los daños y secuelas sufridas.