Dos explosiones en sendas plantas de la empresa química BASF, en las ciudades alemanas de Lampertheim y Ludwigshafen, dejaron al menos un muerto, seis heridos y varios desaparecidos.

El suceso más grave se produjo en la segunda de estas dos sedes, en unas conducciones del puerto norte al río Rin de la factoría, por donde la planta se abastece de gas licuado, y los productos químicos lanzados a la atmósfera podrían suponer un riesgo para la población cercana. Por este motivo las autoridades recomendaron no salir a la calle por temor a esta nube tóxica ya que se "desconocen aún los productos químicos vertidos".

En el caso de la planta de Lampertheim, donde la deflagración se produjo tres horas antes que la de la sede central, se han registrado cuatro heridos. En este caso no se emitió ningún gas nocivo a la atmósfera.

Por el momento se desconocen las causas exactas de la explosión, si bien BASF afirmó que no han detectado valores anormales en los medidores de sus instalaciones.