El empresario ourensano de 66 años, Luis Fernández Conde, que murió degollado la noche del pasado lunes en un local de la avenida de Gáldar de San Fernando de Maspalomas supuestamente por su pareja de origen brasileño, había sufrido hace apenas año y medio un episodio que le dejó en coma durante meses. En el barrio de A Ponte, en Ourense, donde residió antes de trasladarse a Canarias hace más de 40 años, mostraban ayer su asombro al conocer el trágico final del empresario. En los bares de la avenida de Santiago, trataban de ubicar a una de sus hermanas, vecina del barrio. La familia es originaria de Barra de Miño, Coles, pero muy pronto se desplazaron a Ourense, donde se instalaron en un piso de la calle Alejandro Pedrosa.

En Maspalomas, un vecino del edificio Buenavista, asegura que el dueño de la cadena de tiendas Luis Sport regresó a Gran Canaria tras una larga temporada en Brasil con claras secuelas de haber padecido una parálisis cerebral fruto de las agresiones proporcionadas por su círculo más cercano. La víctima llegó a admitir en vida que una de sus exparejas le había intentado envenenar tras robarle su coche en el país iberoamericano.

Dos días después de que la Policía Nacional encontrara el cuerpo del empresario Luis Fernández Conde en medio de un charco de sangre en un almacén de su propiedad en Maspalomas, la vida en el barrio continúa con total "normalidad". Muchos de los vecinos de la zona comercial aseguran que casi "ni le conocían" debido a que pasaba largas temporadas en el continente sudamericano, principalmente, en Brasil.

Juan Antonio Trujillo, quien regenta un gimnasio justo al lado del lugar donde el empresario fue asesinado, aún no se ha recuperado del susto. Conocía a Luis desde hace más de 20 años de "la vida nocturna del centro comercial de Puerto Rico", donde el fallecido trabajó de camarero a su llegada a la Isla. Lo recuerda como una persona "sociable" y "alegre", pero de la que nunca supo "nada" sobre su vida sentimental.

"Nunca le pregunté sobre sus relaciones amorosas", aclaró Antonio, después de que otras fuentes cercanas al crimen han destacado el carácter esporádico de las compañías de este vecino. La última vez que lo vio con vida fue hace apenas una semana.

Tras su jubilación, el empresario gallego había vendido algunas de las tiendas que integraban la red de Luis Sport y había incrementado sus viajes al extranjero. Allí montó algunos negocios vinculados a la restauración. Hace año y medio, en una de sus idas y venidas a Brasil, la víctima regresó a casa con "medio cuerpo paralizado". Había logrado recuperar la conciencia tras haber estado en coma durante meses, pero todavía arrastraba secuelas de una lesión grave que había sufrido supuestamente a manos de una expareja. "Me dijo que un antiguo novio lo había intentado envenenar. No me dio muchos más detalles, pero me contó que esta misma persona le robó el coche y le hizo firmar algunos papeles vinculados a sus propiedades. La verdad es que se le notaba decepcionado y más después de que fracasaran algunos de los negocios que tenía allí", desveló ayer Antonio en su gimnasio, que linda con la pared del sótano donde murió Luis.

El pasado lunes, cuando se produjo el crimen, este vecino no escuchó ningún ruido extraño. "Ni un grito". Se enteró de la muerte de Luis por un amigo al día siguiente y fue entonces cuando cobró sentido uno de los comentarios que le había hecho su mujer la tarde anterior al llegar al establecimiento deportivo. Sobre las 19.00 horas la pareja de Antonio llegó a su lugar habitual de trabajo a bordo de su vehículo. Normalmente "Luis siempre dejaba su coche aparcado delante de su almacén" pero en esta ocasión estaba estacionado dentro del parking comunitario. Cuando la mujer de Antonio abrió la puerta del garaje se encontró a un chico joven, "nervioso", que no conocía en el interior del vehículo de Luis. "De inmediato salió pitando del parking y me resultó raro, ya que parecía que no tenía llave del garaje y había aprovechado que yo entraba" para salir huyendo, explicó la dueña del gimnasio, que prefiere mantener su identidad en el anonimato.

Horas después, tras la alerta de algunos ciudadanos, la policía encontró el cadáver del empresario con un corte en el cuello y claros signos de violencia. A pesar del intento de huida, los agentes pudieron detener en el almacén a un brasileño de 20 años, supuestamente autor del crimen, y otro español que actuaría en calidad de cómplice. Esta previsto que esta mañana pasen a disposición del titular del Juzgado de Instrucción número 2 de San Bartolomé de Tirajana.