El caso del recién nacido al que su madre arrojó por la ventana de la casa de sus padres en la localidad pontevedresa de O Rosal, tras haber ocultado el embarazo a todo su entorno, está ya a punto de tener resolución judicial. La Fiscalía, en un escrito suscrito con la conformidad de la propia acusada y de su abogado, solicita que la joven, A.A.A., que tenía 22 años cuando ocurrieron los hechos, sea condenada a 3 años y 9 meses de cárcel como autora de un delito de asesinato en grado de tentativa. La vista está prevista la próxima semana en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra y, dado el acuerdo alcanzado entre acusación y defensa, ya no se ha citado ni a testigos ni a peritos ya que el acto se limitará a que la procesada ratifique su aceptación de la pena. En el improbable caso de que se frustrase el pacto se señalaría nueva fecha para celebrar el juicio completo.
Estos hechos que causaron gran conmoción en O Rosal ocurrieron en julio de 2014 en el barrio de Urgal y el niño, que pronto cumplirá dos años y cuya guarda y custodia fue concedida a su padre poco después del suceso, ya está recuperado de las graves lesiones sufridas. Además de cárcel, el fiscal solicita que se prive a la madre de la patria potestad sobre el menor con prohibición de aproximarse al mismo a una distancia inferior a 200 metros o de comunicarse con él por cualquier medio por un período de 5 años. La joven ya tenía orden de alejamiento con respecto a su hijo, aún vigente, desde que se abrieron las diligencias judiciales.
Con la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco, el Ministerio Público plantea en beneficio de esta mujer una atenuante de anomalía o alteración psíquica transitoria al estimar que en el momento de los hechos se encontraba "en un estado de nerviosismo y shock emocional" como consecuencia "de su percepción del entorno" y de "la falta de planificación del embarazo", algo que, se precisa, afectaba a sus capacidades intelectivas y volitivas, aunque sin anularlas.
Todo ocurría la madrugada del 26 de julio de 2014 en la vivienda donde la joven, auxiliar de enfermería, reside con sus padres. En torno a las cinco de la mañana la chica dio a luz a un niño en el inodoro del baño del segundo piso de la casa, un parto que se produjo tras un embarazo, señala el fiscal, "que había ocultado a su familia, amigos y al propio padre del menor por temor al rechazo familiar y social". La acusación prosigue que tras nacer el niño, "ser indefenso por su propia condición", la procesada, "con la intención de acabar con su vida y ocultar el nacimiento a todo el mundo", arrojó al menor desde la ventana de su dormitorio, situada a una altura de 2, 40 metros calculada desde el alféizar hasta el suelo.
Graves lesiones
Fue una de las hermanas de la joven la que la encontró con una fuerte hemorragia y a continuación el padre alertó al 061 para que asistiera tanto a su hija como al bebé, hallado en el exterior de la casa. Madre e hijo fueron trasladados al hospital. El recién nacido sufrió graves lesiones, entre ellas un traumatismo craneoencefálico de alta intensidad, hematomas y anemia neonatal secundaria a sangrado. El tiempo de curación se prolongó durante un año: permaneció 33 días hospitalizado y para su recuperación precisó de rehabilitación y fisioterapia.
Sobre el estado actual del menor, la Fiscalía concreta que tiene "un adecuado desarrollo físico y psicomotor" y que "no se aprecian secuelas físicas ni neuronales". El padre del niño renunció a toda indemnización económica que pudiera corresponder, por lo que en el escrito ya no se solicita ninguna cantidad en concepto de responsabilidad civil.
