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Siniestro en el frente marítimo · El renacer de una compañía

El paradigma de Campofrío

El CEO de Pescanova, Ignacio González, que pilotó el renacimiento de la firma burgalesa de sus cenizas, da las claves de su recuperación

La nave de Campofrío en Burgos tras el incendio de 2014 // Santio Otero

La emoción es igual de fuerte en los niños como en los mayores. Bebe del subconsciente, del raciocinio, de la experiencia, del miedo. Del quién sabe de qué. Pero es capaz de arrasar el ánimo tan rápido como de volver a propagarlo, voraz e imparable como una lengua de fuego que entra por una ventana y lo cambia todo. Hay un "hoy estoy peor que ayer" entre las voces cansadas de la plantilla de Fandicosta, varios "tenemos mucho ánimo" y muchos "saldremos adelante". La emoción de su presidente, Ángel Martínez (cumplirá 67 años en agosto), y la emoción de la compañía, concebida en 1996. Y un ejemplo, el de la burgalesa Campofrío, que fue capaz de superar una catástrofe como la que se cebó este lunes con una empresa adolescente que ya había pegado el estirón.

El despacho de Ignacio Nacho González tiene un cuadro panorámico de las instalaciones de Fandicosta. El consejero delegado (CEO) de Nueva Pescanova habría tenido ayer un doloroso déjà vu desde su ventana. El 17 de noviembre de 2014 un incendio arrasaba la fábrica de Campofrío en Burgos, de la que era director general (en ese momento era el responsable del cluster Sur de Europa y EE UU de la empresa alimentaria). Pero González estaba ayer de viaje, así que hubo de generar el flashback con las fotos y las llamadas. La misma nube negra, el mismo olor a amoniaco, la misma desolación. Y la misma ausencia de duelo. "Quedarse parado es la peor de las situaciones", dice el líder ejecutivo de la multinacional de Chapela. Habla para FARO desde su experiencia, sin ánimo de sentar cátedra o desparramar soberbia. Porque Fandicosta, sin ser Pescanova, también es grande porque su equipo humano y su experiencia la han hecho gigante.

Para Nacho González una situación como esta requiere que se "tomen decisiones desde la serenidad". La factoría de Campofrío en Burgos tenía un millar de empleados cuando se tiznó un domingo. Las lágrimas negras de los trabajadores de Fandicosta llovieron un lunes. "Esto no es un problema de la dirección frente a los trabajadores, es un problema de todos", continúa. Por eso piensa que se debe "priorizar a las personas y darles visibilidad cuanto antes, que sepan qué va a pasar y qué medidas se tienen que tomar". Ayer, con la resaca humeante, la dirección de la pesquera se reunía en Vigo para levantarse de la zancadilla. Porque aunque la producción esté mayormente anclada en Domaio el ánimo y la determinación es nómada si se quiere y puede.

Prohibido parar

La actividad se restablecerá cuanto antes en las dos naves que sortearon el carbón, y las instalaciones de la antigua Friporto de Vilagarcía se soltarán el corsé de los precocinados para hacer de supletoria. La prioridad, dice José Luis Martín, director Comercial y de Operaciones, es no perder operatividad. Que los lineales no vendan melancolía, sino que ofrezcan el producto de una compañía lastimada dispuesta a empezar de cero. Y así hizo, como recuerda Nacho González, la enorme Campofrío. "Garantizar que la producción continúa" fue su máxima -lo mismo que prioriza Fandicosta-, "con soluciones internas o trabajando con otros operadores del sector".

Empresas de congelados, de elaboración y extractivas, traders, transportistas, de packaging, proveedoras, consumidores... La desgracia es tan generosa que llama a la puerta de cualquiera. "Allegados son iguales los que viven por sus manos e los ricos", como dijo Jorge Manrique. Y la competencia demuestra que el mercado es duro pero que no es la guerra. González pide a Fandicosta que no tenga "rubor" en pedir ayuda. La propia Pescanova, que otrora miró a Ángel Martínez como un patrón que podía enderezarle el rumbo, se ofreció el mismo lunes al veterano empresario "para ayudar y colaborar en todo lo que necesiten", porque "está segura que así ocurriría si la situación fuera la contraria". "Mirar en positivo y estar seguros de que la compañía saldrá reforzada de la tragedia. Reiteramos -acaba González- nuestra disposición a ofrecerles toda la ayuda que puedan necesitar en estos momentos tan duros". Las nubes no son solo de humo, también las hay de solidaridad.

"Esa imagen de Ángel (Martínez) al lado de unas trabajadoras, desolado, no era solo una foto. Es ver tu obra hecha pedazos en tres horas". Tres directivos de la compañía coinciden en cómo el fundador de la séptima compañía de elaborados de pescado de España tira del carro. "Es fuerte y está animado, y nosotros estamos convencidos de que la podemos levantar". El presidente de Fandicosta tenía veinte años cuando tuvo que tomar las riendas de la compañía familiar -una micropyme en el lenguaje moderno, con una docena de empleados- por el fallecimiento de su padre. "Me tomé la entrada en la empresa como unas prácticas largas que duran todavía", asentía en 2010. Un incómodo becario para la vagancia con suspenso en tropelías financieras.

El profesor de gestión empresarial -tuvo que dejar la carrera para ponerse a trabajar- se pone a estudiar la reválida de emprendimiento con el ánimo y la emoción de ser generar otro déjà vu en Nacho González dentro de un año, como hizo el ahora CEO de Pescanova 364 días después del incendio de Burgos. "Hoy, un año después, podemos estar muy orgullosos de nosotros mismos", exhortó el directivo a su plantilla el 16 de noviembre de 2015. Aquel sí que fue un buen lunes. "Es un reto difícil -decía en la misma nota-, muy pocos han construido una fábrica tan compleja como será la nuestra en un plazo de tiempo tan corto, pero estoy seguro de que lo lograremos". Fandicosta trabaja ya para que el 9 de mayo de 2017, que caerá un martes, poder decir, como González, "estamos más cerca de volver a trabajar juntos".

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