Rencillas entre vecinos únicos degeneraron en el crimen de Martin Verfondern, un holandés afincado en Petín (Ourense) junto a su esposa que, en 2010, fue víctima de un asesinato. El crimen estuvo oculto, tratándose como una desaparición, durante más de cuatro años, hasta que en junio de 2014 el azar permitió dar con su coche. Ni rastreos de correos y cuentas, ni batidas por la caprichosa geografía de Petín y alrededores, ni siquiera una búsqueda con georradar, habían dado resultado. Un destello avistado por un helicóptero de la Guardia Civil que acudía a un incendio descubrió su aparatoso todoterreno. La localización del vehículo y los huesos confirmaron el crimen y el móvil principal, la rivalidad con la otra familia de la remota Santoalla, guiaron a los investigadores de la Guardia Civil. "Movidos por un odio derivado de los múltiples conflictos que mantenían con él por la gestión de la comunidad de Montes Cabeza de Vilariño, y tras perder todos los procesos judiciales, decidieron acabar con su vida". Así define la Fiscalía el porqué del crimen cometido presuntamente por dos hermanos.

Juan Carlos Rodríguez González., uno de los hijos de la familia rival, la única con la que convivía el holandés en Santoalla, confesó a la Guardia Civil que había disparado al holandés, tras reprocharle que condujera "como un loco". Según esa primera hipótesis, su hermano, Julio, le ayudó presuntamente a esconder su todoterreno, así como a ocultar el cadáver en un paraje. En el escrito de concreción de hechos dado a conocer ayer, el fiscal los considera a ambos autores de asesinato. No delimita, además, cuál de los dos hizo el disparo.

Ambos comparecieron ayer en el Juzgado de Instrucción 2 de O Barco para escuchar los cargos en su contra, uno de los trámites finales antes del juicio. Un jurado dictará veredicto. La vista podría celebrarse este año. Ya se ha fijado una fianza de 200.000 euros.

Pena

El fiscal, Miguel Ruiz, atribuye a los dos hermanos la autoría de un delito de asesinato. Por tanto, Julio, en libertad provisional desde las detenciones a finales de 2014 y que tiene prohibido acercarse a la aldea de Santoalla, podría enfrentarse también a una pena de 15 a 20 años por este ilícito. En un primer momento no se descartaba que su rol fuera el de encubridor, lo que lo habría librado de responsabilidad penal, pues el Código Penal exime a los parientes directos. Juan Carlos, encarcelado desde su paso a disposición judicial, se expone además a un delito añadido de tenencia ilícita de armas, ya que carecía de licencia de ningún tipo. En la aldea aún vive la viuda, Margo Pool. En el cementerio que corona la pequeña aldea reposan los restos del holandés asesinado.

Sostiene la Fiscalía "que actuando de común acuerdo, el 19 de enero de 2010, sobre las 13 horas, le tendieron una emboscada en la entrada del pueblo donde vivía, Santoalla, en Petín, aprovechando que se trata de una zona con nulo tránsito de gente y a sabiendas de que tenía que pasar con su coche para volver a su domicilio. Así, tras forzar que parara el coche con el que venía de hacer la compra, le dispararon un tiro con una escopeta a escasos metros, cuando estaba dentro del vehículo, de manera totalmente sorpresiva y sin la más mínima posibilidad de defenderse, lo que provocó su muerte inmediata".

Las defensas piden el sobreseimiento y una de ellas asimismo la nulidad de la causa.