Una multitud acompañó ayer a la familia de José Antonio Casás Pérez, el único ciclista fallecido en el trágico atropello del pasado sábado en A Guarda. La iglesia de Santiago de Parada, en el municipio de Nigrán, se quedó pequeña para la despedida. Cientos de vecinos y amigos de "Ñito", como se le conocía en el entorno, quisieron dar el último adiós al empresario y deportista de 52 años en un emotivo funeral de cuerpo presente que se prolongó más de una hora en medio de la consternación por la pérdida de un hombre tan querido en la zona.

Las innumerables muestras de apoyo hacia los allegados se sucedían en las horas previas a las exequias en el Tanatorio del Miñor, en Sabarís, de donde partió la comitiva fúnebre con dos vehículos, que se hicieron necesarios ante la cantidad de coronas y ramos de flores que numerosos parientes, amigos y colectivos enviaron en señal de duelo.

Un desgarrador silencio presidió en todo momento el funeral, oficiado por el párroco local, Xosé Manuel Lence García, quien dedicó emotivas palabras al difunto, una persona muy conocida y apreciada tanto por su actividad profesional como electricista como por sus excelentes relaciones vecinales y su amor por el deporte.

Numerosos integrantes de la peña ciclista Miñor Bike "Os Bravos", de la que formaba parte José Antonio, acudieron emocionados al acto, al igual que sus compañeros de la agrupación Val Miñor "Os Mansos", con los que también compartía salidas en bicicleta los fines de semana. Algunos de los presentes habían sido testigos del fatídico siniestro que acabó con la vida de su amigo.

Tampoco faltaron a la despedida los alcaldes de Nigrán, Baiona y Gondomar, o el presidente del Club Ciclista Rías Baixas, José Luis Chamorro, así como representantes de la Federación Galega de Ciclismo, de entidades vecinales del municipio y la presidenta de la Diputación, Carmela Silva, que acudió al velatorio para mostrar sus respetos a la familia.

A las oraciones por el eterno descanso de José Antonio Casás Pérez, se sumaron los ruegos por la mejora de los compañeros que continúan ingresados en estado grave en el hospital Álvaro Cunqueiro.

Tras la misa, llegó el momento más desgarrador. El féretro salía a hombros del templo hacia el coche fúnebre que lo trasladaría a Vigo para su incineración en la intimidad familiar.