Cuatro años, seis meses y un día de prisión y multa de 6.854 euros, así como el pago de las costas procesales por un delito de narcotráfico. Esta es la condena impuesta por la Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo al lucense Marcos C.R., a quien la Guardia Civil consideró en su momento sucesor, como líder de una organización asentada en la ciudad olívica, de Giovanni Lo Re, un capo de la mafia italiana capturado en 2008 en Vigo y extraditado a su país, que fue detenido de nuevo dos años después en Portugal.
El tribunal considera probado que Marcos C.R., con antecedentes por tráfico de drogas en Ourense donde ya fue condenado en 2007, se trasladó desde Vigo con otro hombre -que no llegó a juicio pues falleció- al área de servicio de Quintáns, a la altura de A Cañiza en la autovía A-52, donde entregaron casi 200 gramos de cocaína a dos individuos que apenas una hora después eran interceptados por la Guardia Civil cerca de Ourense, con la droga camuflada en el falso techo del vehículo, en el habitáculo de la luz interior. Estos dos hombres fueron juzgados y condenados también en Ourense a penas de 4 y tres años.
La sentencia rechaza la nulidad de escuchas que había solicitado la defensa del lucense, que alegaba que se pinchó el teléfono de su cliente en el transcurso de un investigación judicial sobre la organización atribuida a Giovanni Lo Re por presuntos delitos de narcotráfico, tráfico de armas, explotación de mujeres y blanqueo de capitales.
La principal hipótesis policial era que, tras la extradición del italiano, Marcos C.R. se trasladó a Vigo para "ocupar su lugar": pasó a utilizar presuntamente sus teléfonos y le buscó al "mafioso" un abogado en Madrid. La sospecha era que "coordinaba" las actividades de la red entre la parte española y la italiana. Pero, con el traslado del capo se considera que poco a poco esta "mafia" se desinfló y finalmente la investigación judicial, que ocupaba más de 5.000 folios, acabó archivándose.
Pero de la pieza central se desgajaron otras, consideradas "flecos", y una de ellas fue la llevó al banquillo de los acusados a Marcos C. R. en la sección Quinta de la Audiencia el pasado mes de abril.
El tribunal, que no se cree que el encuentro del acusado con un amigo suyo de Lugo en A Cañiza fuera casual, considera probado que se concertaron para hacer una entrega de droga, como demuestran las escuchas telefónicas en las que acuerdan cantidad y precios de la cocaína.
En cuanto a la licitud de las intervenciones telefónicas en las diligencias ya archivada sobre Lo Re, la sala resalta que los delitos a investigar eran graves y que en la parte de investigación realizada se desprenden datos indiciarios importantes, como que se trataba de una estructura jerarquizada: "Viven juntos y el cabecilla da órdenes" y se detectaron numerosos envíos de dinero sin origen justificado que entrarían en España a través de Western Unión, de manera periódico y siempre en cantidades menores a 3.000 euros para evitar su control por las autoridades. La sala apunta, además, la desproporción entre los medios de los investigados (en apariencia no trabajaban) y su nivel de vida (conducían Mercedes y BMW de lujo) y, además, uno de los investigados tenía antecedentes por tenencia ilícita de armas y otro de ellos llevaba un arma larga. En el marco de las conversaciones intervenidas a la organización se descubrió la relación del grupo con Marcos C.R. "quien se convertiría en el sustituto de Lo Re". según el fallo.
