Los vecinos de Cambre y Carral buscaron consuelo ayer en sus plazas, con cinco minutos de silencio y una declaración institucional en la que los regidores, Óscar García Patiño y José Luis Fernández Mouriño, mostraron su apoyo a las familias de los afectados por el accidente del Rally de A Coruña. Recordaron a las seis víctimas mortales y a los heridos, pero también a los que se quedan para velarles, a los que llorarán la pérdida.

Carral se vistió ayer de luto. Se apagaron las luces de la fiesta y los vecinos compartieron su dolor en la plaza del Concello para guardar cinco minutos de silencio que acabaron en un aplauso. Un aplauso de despedida a las víctimas del Rally de A Coruña y de apoyo al piloto que protagonizó el accidente mortal. Y es que, de los siete fallecidos, cuatro eran de Carral, así como el conductor del vehículo siniestrado, y otros tres de Cambre.

Carral recordó (horas antes del séptimo deceso) a Sandra María Ares, de 37 años, y a su hija, Aroa Manteiga, de 14. Sus cuerpos partirán del sanatorio de Tabeaio a las 19.00 horas hacia la iglesia de San Martín de la misma parroquia, donde se celebrará el funeral antes de que sean enterradas en el panteón familiar. Sandra María estaba casada con Luis Manteiga y tenía otro hijo, Joel. Carral recordó también a Marcos Prego, de 35 años, que partirá del mismo tanatorio a las 16.45 horas hacia la iglesia parroquial de Santiago de Sumio, en cuyo cementerio recibirá sepultura.

El alcalde del municipio, José Luis Fernández Mouriño, explicó que las víctimas eran muy queridas por sus vecinos. "Marcos no estaba aquí, vivía fuera, pero venía de vacaciones", señaló Mouriño, que conocía también a los otros tres fallecidos y a sus familias. Prego era natural de Val de Barcia, estaba casado con Ana López, y tenía un hijo, Gabriel, uno de los menores heridos en el siniestro cuyas lesiones no son graves. Marcos Prego trabajaba en el Grupo Caamaño, firma que sufrió el viernes un incendio en una de sus naves. Era compañero de trabajo de uno de los heridos, un vecino de Cambre cuyo estado era ayer crítico.

En un instante, en la bajada de una recta, Carral pasó de estar de fiesta a un duelo que se le antoja muy difícil de superar. "Esto cambió de una hora para otra. Estábamos ilusionados todos. Había mucha gente, mucha juventud, con ilusiones y con proyectos ya para el año que viene, para repetir porque estaba saliendo todo muy bien y, de un momento a otro, se acabó todo", sentenció Mouriño. Y es que el Rally de A Coruña se volvía a celebrar este fin de semana tras un parón de catorce años.

"Están los psicólogos de la Cruz Roja, del 112, del Concello y del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña con las familias, y también nuestra gente de Protección Civil, y esperemos que pase cuanto antes este trago más gordo", declaró el alcalde, que pronosticó "días muy duros" para Carral.

Fueron decenas de vecinos los que ayer visitaron el lugar del accidente y recorrían la recta hacia arriba y hacia abajo para intentar comprender cómo se había producido el siniestro. "No se puede pensar", decía ayer uno de ellos, que se salvó de ser arrollado por el coche porque se paró a escasos metros de donde él estaba viendo la prueba deportiva. "Yo estaba ahí, metido entre los árboles", decía ayer este espectador, todavía afectado por el "horror" vivido durante la jornada anterior y que prefería "no recordar" qué había pasado cuando el piloto Sergio Tabeayo, conocido por sus vecinos de Carral como Risi, perdió el control del coche.

Virulencia

Algunos de los testigos denunciaron que los servicios de emergencias habían tardado en llegar a la zona del siniestro unos veinte minutos, aunque la Guardia Civil defendió que, aunque la espera se hubiese reducido, el resultado "no variaría" por la virulencia con la que el coche arrolló al público. En estos escasos metros de bajada se podían ver ayer todavía las señales del siniestro, como un árbol quebrado por el impacto del coche, en el que ni el piloto ni el copiloto sufrieron daños físicos.

En Cambre, mientras, unas 200 personas despidieron ayer ante el Ayuntamiento a los tres vecinos del municipio fallecidos en el accidente. El alcalde, Óscar García Patiño, acompañado por miembros de todos los grupos de la Corporación, leyó un manifiesto para trasladar en nombre de todos los cambreses sus condolencias y su "profundo pesar, solidaridad y apoyo a los familiares de las víctimas", así como su "afecto" a los heridos, a quienes deseó una pronta recuperación.

Amigos, allegados y vecinos se dieron juntos su último adiós a Laura Dubra, de 20 años y de Anceis; a Miguel Caridad, que hoy habría cumplido 24 años, y a su pareja, Ana Cayazzo, de 22 años, quienes estaban a punto de ser padres de una niña a la que habían elegido llamar Candela. Miguel era conocido en Cambre por ser el nieto del enterrador, oficio que había desempeñado también su padre y, en los últimos tiempos, él. Su familia era del centro de Cambre y él vivía con su pareja, natural de A Coruña e hija de un directivo de Coca-Cola, en O Temple.

Laura Dubra pertenecía a una conocida familia de Anceis, propietaria de una empresa de alquiler de tractores y de una casa rural en Herves, en Carral. Su hermano, Sergio Dubra, que fue hospitalizado aunque sin temerse por su vida, comentó durante la visita del presidente de la Xunta que esperaba poder recibir el alta a tiempo para despedirse de su hermana

Amigos de la pareja fallecida

La noticia del fallecimiento de los tres jóvenes cambreses sacudió el sábado al municipio. Parte de la gran pandilla de amigos de la pareja fallecida se había acercado a Carral, que estaba en fiestas, y sufrieron momentos de preocupación y nerviosismo en el tiempo transcurrido desde que se conoció la noticia hasta que se supo con certeza la identidad de las víctimas. Varios jóvenes llegaron a desplazarse hasta el hospital para comprobar si algún allegado se encontraba entre las víctimas. Ayer, algunos amigos se acercaron a la despedida en el Concello. "Fue un shock muy fuerte", decía una amiga de Miguel.

"Hoy es un día triste para nuestro pueblo", sentenció el regidor, quien ofreció su apoyo y "cariño". "Los cambreses compartimos su dolor, estamos a su lado y estaremos en todo lo que necesiten", aseguró García Patiño y garantizó: "Cambre se va a volcar para intentar proporcionarles el consuelo, la compañía, el afecto y la solidaridad que merecen". En el manifiesto, la Corporación municipal trasladaba también sus condolencias a los fallecidos del municipio vecino de Carral. "Cambre está de luto, hemos perdido a varios de nuestros vecinos, pero desde el convencimiento de que nuestro pueblo, como siempre, sabrá estar a la altura de las circunstancias y hará a buen seguro gala de la sensibilidad necesaria para afrontar esta difícil situación a la que nos enfrentamos", concluyó el alcalde. Tras la lectura del manifiesto, los presentes guardaron cinco minutos de silencio en memoria de los fallecidos.

El dolor y el luto por la muerte de los tres vecinos de Cambre se concentraron ayer en menos de un kilómetro. Esa es la distancia que existe entre el tanatorio Apóstol y San Javier, los dos en la avenida de Almeiras, en O Burgo. En ambos recintos los familiares y amigos velaron desde primeras horas de la tarde los cuerpos de Miguel Caridad, Ana Cayazzo y Laura Dubra. "Es la tragedia del siglo", aseguraba un amigo de los dos primeros.