La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a un vigués a cuatro años de prisión y cinco años de libertad vigilada como autor de dos delitos básicos de abusos sexuales a su cuñada menor de edad, que tenía 13 años cuando ocurrieron los hechos, y a la que debe indemnizar en 6.000 euros.

El vigués, que residía en Badalona con su mujer (hermana de la víctima), aprovechó los días que pasaba de vacaciones en Sevilla, en casa de sus suegros para cometer los abusos. El primero de los tocamientos tuvo lugar en julio de 2011, cuando la niña dormía con él en el sofá cama de la vivienda, la situación se repitió el verano siguiente. Entonces compartía habitación con su cuñado, su mujer y otra hermana también menor aunque mayor que ella en unos colchones tirados en el suelo. El hombre, según la víctima, miró a su mujer para comprobar que dormía y volvió a tocarla en sus partes íntimas. "Quería gritar... llamar a mi madre, pero me congelé", aseguró ante el tribunal.

La pequeña no sabía qué hacer, la primera vez no contó nada porque pensó que "traería problemas", y en la segunda ocasión no sabía como verbalizarlo, según la sentencia, pero había reflejado en su diario lo ocurrido un año antes y se lo enseñó a una tercera hermana que estaba extrañada ante su insistencia de dormir en el sofá: "Querido diario. Mi familia es muy buena pero descubrí algo de mi cuñado que nadie esperaba: Es un guarro. Me acosté con él y me tocó el toto, me di la vuelta para que no siguiera tocando y me da él la vuelta y sigue. Después me pidió perdón. Yo solo te lo cuento a ti porque me da miedo de que le hagan algo así que guárdame el secreto y muy bien guardado, requetebién".

Una vez que sus padres tuvieron constancia de los hechos presentaron la correspondiente denuncia en Sevilla y poco después el acusado y la hermana de la víctima se separaban. Ella manifestó ante el tribunal que al descubrirse los hechos no es que no creyera a su hermana, sino que "quería creer a mi marido" porque "quería estar con él", si bien terminó por convencerse de lo que había ocurrido y ambos se divorciaron.

El tribunal condena al vigués como autor de dos delitos de abusos sexuales y le impone la pena mínima, 2 años de prisión, así como el pago de las costas judiciales.

A petición de la acusación particular, ejercitada por la familia de la víctima, se añade también la medida de libertad vigilada durante 5 años a cumplir tras la ejecución de las penas privativas de libertad.

Además del relato de la menor durante la vista oral, el tribunal considera que su testimonio está corroborado por el de sus padres y hermanas al describir el contexto que se desencadenó a raíz de conocerse los hechos, por los peritos y psicólogos que analizaron a la niña y se pronunciaron en la vista oral, y porque la niña todavía padece un trastorno de estrés postraumático compatible con haber sufrido abusos sexual intrafamiliar según los expertos.

Pero una de las pruebas principales contra el vigués fue el diario de la víctima. La original aparece rota, ya que su madre la rasgó al tiempo que realizaba una llamada telefónica al acusado al descubrir lo ocurrido, pero que se ha comprobado que corresponde ala fecha y que fue escrito por la menor.

La sala desestimó los argumentos de la defensa, que tilda de "exageraciones" al intentar vincular el hecho de que la niña padece epilepsia y que pertenece, igual que su familia, a un movimiento mormón, para "especular sin base alguna" que la pequeña padecía "visiones" y que todo lo denunciado era "pura fantasía". La sentencia dictada hace unas semanas todavía no es firme ya que puede ser recurrida en casación.