La tensión era intensa dentro de la casa de Guláns, en Ponteareas, en la que el batería vigués del desaparecido grupo de rock Los Piratas, Javier Fernández Fernández, de 45 años, recibió un disparo que el miércoles le causó la muerte propinado por un guardia civil que intentaba repeler su ataque. En la vivienda se encontraban el propio fallecido -que sufría un episodio de enajenación mental-, un amigo que acudió a la vivienda cuando su mujer pidió ayuda por Whatsapp, el agente al que el músico intentó agredir con un cuchillo y el guardia civil que disparó para salvar a su compañero. También uno de los tres sanitarios que acudieron a la llamada de emergencias y que según el Instituto Armado confirma la versión de que los agentes tuvieron que repeler el ataque.

Antes del disparo mortal el amigo del músico intentó evitarlo, según desveló el abogado de la familia Gerardo Gayoso. Al ver como uno de los agentes cargaba el arma le advirtió: "Qué haces, ¿no ves que está enfermo?", a lo que el guardia civil le replicó "no puedo dejar que le pase algo a mi compañero" para, a continuación, disparar. La familia de Javier Fernández permanece sobrecogida y critica que no ha recibido todavía ni explicación ni información oficial de la Guardia Civil sobre lo ocurrido en la vivienda, ni les han dado el pésame.

Andrea Montes, la viuda de Javier Fernández, su hijo y sus padres se personarán como acusación en la causa que ha sido asignada al Juzgado de Instrucción 2 de Ponteareas. Si bien, el letrado Gerardo Gayoso explicó ayer que "todavía no nos hemos podido personar porque al juzgado aún no ha llegado el atestado de la Guardia Civil".

No obstante, el representante legal de la viuda, Andrea Montes, y de su bebé de casi dos meses, asegura que "no culpamos a nadie pero queremos saber lo que pasó, si la actuación de la Guardia Civil fue desproporcionada como en principio parece". Por su parte, compañeros del autor del disparo mortal sostienen que usó el arma porque "no le quedó más remedio, ya que un compañero estaba en peligro y ya había sido herido con arma blanca una vez".

La familia también solicitará información al psiquiatra que suspendió el tratamiento médico que estaba tomando Javier Fernández, desde hace aproximadamente diez años por el trastorno bipolar que padecía, para saber si "ha habido alguna negligencia", ya que según han podido comprobar no se le recetaban medicamentos desde hacía meses.

Andrea Montes rehusó declarar ante la Guardia Civil por no tener acceso al atestado y por "la insistencia en que ratificase una denuncia contra su difunto marido por violencia de género" , informó su letrado. La mujer reiteró que no iba a interponer denuncia "porque no había caso de violencia de género", si bien mostró su colaboración total en sede judicial para esclarecer los hechos, lo mismo que les expresó el amigo del batería que presenció el disparo, que tampoco declaró en el cuartel.

El abogado Gerardo Gayoso negó ayer que la viuda hubiera recibido algún golpe de Javier durante su brote psicótico, sin embargo, la madre de Andrea, Ángeles Arias, sí reconoció que, al menos, le había dado "un bofetón".

Andrea Montes salió de casa el miércoles alrededor de las ocho de la mañana para ir al centro de salud a hacerse una analítica. Sería al regresar cuando se encontró a su marido muy alterado con su bebé presente. Al ver que no conseguía calmarlo, decidió avisar "a cuatro o cinco amigos", según ella misma explicó, con mensajes a través de teléfono móvil para que viniesen a la casa a ayudarla a tranquilizarlo. Cuando llegó uno de los amigos lo dejó solo con su marido y ella fue a pedir más ayuda ante el brote psicótico de Javier y llamó al 112, según la versión facilitada por su letrado . Encontró a una señora y que le pidió el móvil para hacer llamadas.

Enseguida llegó una ambulancia, a la que ella se subió y acompañó hasta la puerta de su casa, y también los agentes de la Guardia Civil. Fue entonces cuando uno de los amigos del batería salió de la casa con el bebé en brazos que había conseguido arrebatarle a Javier. Los agentes se dirigieron al músico que se encontraba en ropa interior en el porche de la casa para intentar tranquilizarlo. Sin embargo, éste volvió a entrar en la vivienda, en cuya cocina cogió un cuchillo, e hirió en la cara a uno de los agentes. Fue en un presunto segundo ataque al mismo guardia civil cuando el otro agente le disparó.

Vecinos que tenían trato con Javier Fernández aseguran que "desde hace un tiempo ya notaban que estaba raro", "que no estaba bien". De hecho, varios testigos aseguran que el pasado sábado ya había montado "cierto alboroto" en un pub del centro de Ponteareas.