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Crímenes violentos

Siete asesinatos de mujeres siguen impunes en Galicia

Socorro Pérez, Sonia Iglesias, María Teresa Troncoso, Ana María Fernández, Elena Calzadilla, Déborah Fernández Cervera y María José Arcos conforman la trágica lista negra de "feminicidios" sin resolver de los últimos 20 años

Socorro Pérez, 43 años | Esta ourensana, soltera, desapareció el día 2 de mayo de este año. Había salido a correr cuando se perdió su pista y unos cazadores localizaron su cadáver el 6 de junio en el monte del Seminario. Presentaba un fuerte golpe en la cabeza.

Siete familias gallegas reviven el dolor y la impotencia que arrastran desde hace años cada vez que una mujer es asesinada a manos de su pareja o expareja, o cuando se produce una de las denominadas "desapariciones inquietantes" que tan bien conocen. Llevan años de lucha para que se esclarezca la muerte violenta de siete mujeres que conforman la trágica lista de crímenes contra las mujeres sin resolver en Galicia. Tres de los cuerpos nunca aparecieron, pero la Justicia los ha calificado como homicidios. Salvo el crimen más reciente, el de la ourensana Socorro Pérez, cuyo cuerpo apareció el pasado 2 de mayo en un monte próximo a Ourense, las demás causas han sido archivadas provisionalmente en los juzgados por falta de pruebas contra los principales sospechosos: parejas y exparejas de las víctimas que en su día fueron imputados.

La Praza da Ferrería de Pontevedra acogerá el martes la manifestación por el quinto aniversario de la desaparición de Sonia Iglesias. Las sospechas contra su pareja, Julio Araújo, resultaron insuficientes para seguir adelante con el proceso. Lo que ocurrió la mañana del 18 de agosto de 2010 es una incógnita. Sonia y Julio, que iban a separarse, salieron de casa a las diez de la mañana. Llegaron en coche hasta Arzobispo Malvar. Ella dejó calzado a reparar y regresó al vehículo. Poco después, según la versión ofrecida por Araújo, se bajó para hacer unos recados antes de entrar a trabajar en Massimo Dutti, a donde nunca llegó.

También ayer se cumplían 19 años de la muerte de María José Arcos. La funcionaria compostelana comunicó a su familia que iba a la playa con un amigo. Tres días después la Guardia Civil les comunicaba que su coche estaba abandonado en el faro de Corrubedo. Limpio de huellas, la única pista era que alguien que medía más de 1,70 metros fue el último conductor, a tenor de la situación del asiento. En el año 2011 la causa se impulsó con la detención de su exnovio, Ramiro Villaverde. Aunque buscaron los restos de María José con georradares en varias fincas del sospechoso en Pontevedra, no se encontró nada. El único imputado fue exonerado por falta de pruebas y la causa archivada.

La pista de la viguesa Ana María Fernández, de 37 años, se pierde en la madrugada del 1 de abril de 2008 en una cuneta de la autovía A-52. Iba a Barbate con su marido y el hijo de ambos, de 10 años, cuando tras una disputa se bajó del vehículo y se adentró en el bosque. Su esposo siguió viaje y un mes después denunció su desaparición. Los rastreos con georradares en la autovía no permitieron localizar sus restos. José Francisco Hernández fue imputado por el crimen inicialmente, finalmente la causa se archivó.

El 13 de enero de 2013 se localizaba en el fondo de la ría de Ares el cadáver esqueletizado de la vecina de Nigrán, María Teresa Troncoso, de 43 años. Fue cosida a puñaladas, según comprobó la autopsia por los cortes en los huesos, y lanzada al fondo del mar. Su familia había denunciado en noviembre su desaparición. Por este asesinato se imputó a su expareja, el ferrolano José Zapatero, que pasó 8 meses en prisión. El juez levantó finalmente la imputación por falta de pruebas, si bien fue la última persona que vio a la víctima. La pareja se había separado y pese a las disputas por la custodia de la hija en común, Zapatero recogió en Vigo a su expareja y la trasladó a Ferrol. Tomaron juntos unas copas y aseguró que cuando la dejó ella estaba viva.

El 6 de diciembre de 2005 en su casa de veraneo de Porto do Son mataban a golpes a la azafata viguesa María Elena Calzadilla. Se había desplazado desde Vigo para recoger unos bañadores pues iba a pasar el puente en Canarias. Su marido Ernesto F.. y un amigo fueron detenidos como sospechosos de un crimen por encargo, pero el juez levantó la imputación por falta de pruebas concluyentes.

Otro de los casos sin resolver es el de la joven viguesa Déborah Fernández Cervera. Desapareció el 30 de abril de 2002. Diez días después su cuerpo fue hallado en una cuneta de la carretera entre Baiona y A Guarda. ¿Muerte repentina o por sofocación? La autopsia no pudo determinar la causa del fallecimiento, pero sí confirmar que se produjo pocas horas después de su desaparición; que no había signos de violencia y que Déborah ni fue violada ni mantuvo relaciones sexuales. Lo que si está claro es que la joven se fue con alguien que conocía -no aparecieron signos de lucha- y que en el momento de su muerte no estaba sola, ya que si no la mataron sí la desnudaron y montaron una falsa escena del crimen en O Rosal para intentar despistar a la Policía. Alguien mantuvo diez días oculto el cuerpo de Déborah en un lugar frío y seco (un congelador posiblemente); después desnudó a la joven para borrar huellas, la abandonó" con mimo" en una zona visible de la carretera cubriéndole los genitales con vegetación y desplegó a su alrededor numerosas pistas falsas procedentes de distintas personas y lugares de Vigo.

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