"Estamos bien, pero parece que esto no va a terminar nunca", declaraba ayer la vecina de Vilagarcía Sol Romagnoli Gil, que desde marzo colabora con una ONG en Katmandú, capital de Nepal. El nuevo seísmo fue para esta superviviente "largo y muy fuerte", provocándole más miedo que el sufrido hace dos semanas.
Sol es una de las responsables de una casa de acogida para niñas en situación de desamparo "Smrti house" que financia la ONG española con sede en Granada, "Tierra, Agua y Sol". Ayer estaba en la casa con las menores nepalíes cuando fue el seísmo. "Cuando ocurrió el terremoto las niñas gritaban y las hice salir corriendo. Yo me asusté mucho porque no sabía si quedaba alguna dentro. Cuando me aseguré, salí yo también del jardín. Todo eso mientras seguía temblando, fue largo y muy fuerte. Estuvimos sentadas fuera con un calor horrible. Al poco tiempo hubo otro terremoto", declaró la joven vilagarciana.
"Hoy si que pasé miedo. Solo pensaba en que volvíamos a estar en la misma situación de hace dos semanas, ahora que ya nos estábamos reponiendo un poco... Otra vez en la calle, más muertos y heridos. Estoy muy preocupada", manifestó desde Katmandú.
Esta arousana no es la única gallega que se encuentra en la actualidad en Nepal. También está allí el médico Felipe Noya, traumatólogo del Hospital Clínico de Santiago, que fue a Katmandú con la ONG Médicos del Mundo. El temblor lo sorprendió operando a un paciente. "La luz se marchó y tuvimos que apañarnos como pudimos, la situación era muy crítica", describió.