Benito Quintairos Folgoso, ahora un presunto doble homicida tras confesar el crimen de su mujer Mari Luz Alejo, de 58 años,y de su suegra, Amelia Rodríguez, de 88, en el domicilio familiar de Abadiño (Vizcaya), se había granjeado la buena estima de los vecinos que lo vieron partir, con sólo 16 años, de Atás (una aldea de la localidad ourensana de Cualedro) para labrarse un futuro en Euskadi. En unos días, como era costumbre, iba a regresar por Navidad junto a su hijo de 24 años y su esposa para reunirse con sus parientes ourensanos. También retornaba a sus raíces cada verano con motivo de las fiestas parroquiales. Se relacionaba con los vecinos y le gustaba organizar partidos de fútbol, su afición. "Hasta que escuché que había confesado no me lo podía creer. Y todavía no puedo. Era un hombre estupendo, no sé qué habrá podido pasar por su cabeza". Son las palabras de Carmen Quintairos, prima del detenido por el doble crimen, que resumen a la perfección la consternación de los que lo conocían. La investigación, según informó el departamento de Seguridad del Gobierno vasco, apunta a una discusión familiar por cuestiones económicas como posible móvil de los homicidios.

La localidad, donde también reside un tío político del investigado, se muestra abatida por la crudeza de un suceso que implica a uno entre seis hermanos (cinco varones y una mujer) residentes en Trasmiras, Verín, Ourense, Lalín y Vizcaya; tres de ellos -como su padre-, agentes forestales. Nadie vio signos previos que puedan explicar un resultado tan trágico, como el resultado de dos muertes a golpes que presuntamente se produjeron tras una discusión por motivos económicos, según Benito habría confesado.

"Era una familia estupenda y nunca hubo ningún problema ni entre ellos, ni con los vecinos", señala la prima del presunto homicida. "Era gente muy buena y muy querida por todo el pueblo que nunca tuvieron ni una discusión, todo lo contrario, él era una persona campechana que se relacionaba con todos. Se le tuvo que ir la cabeza", opinaban ayer dos hombres residentes en Atás.

Tampoco aciertan a buscar un móvil claro. Según esta pariente, la carpintería gestionada por Quintairos y otro socio había prescindido de algunos trabajadores por la crisis. Fuentes conocedoras del caso lo confirman. Hace unos años, la sociedad tuvo que aplicar despidos hasta operar con unos seis trabajadores. Benito estaba prejubilado.

El eco del doble crimen admitido por el ourensano llegó también a la esfera institucional. En el concello, el personal y ediles presentes ayer guardaron un minuto de silencio ante la casa consistorial. En el próximo pleno la corporación estudiará una moción en la que se plantea un acuerdo de repulsa contra la violencia machista, en una semana negra que acumula cuatro casos trágicos.

Igual que en Cualedro, la consternación también fue ayer la tónica en la localidad palentina de Vertavillo de donde eran naturales las dos mujeres asesinadas.