La versión que Francisco Rafael Álvarez Martínez, autor confeso de la muerte de su exmujer en el domicilio familiar de Coruxo en 2011, dio al tribunal popular que le juzga en la Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo no se sostiene con las pruebas forenses. La puñalada mortal, propinada por detrás y que le cortó la yugular -posiblemente la última de las cuatro que presentaba el cadáver- no pudo ser accidental cuando intentaba quitarle el cuchillo como sostiene el acusado, ni tampoco Cristina González pudo mantener agarrado el filo del cuchillo durante un forcejeo de veinte minutos.

Las lesiones del cadáver son claras y demuestran, según los peritos, que durante cuatro largas horas declararon ayer ante el tribunal, que Francisco tapó la boca a su mujer con fuerza (presenta erosiones en el interior de los labios), la agarró del cuello (existen erosiones), le propinó tres cortes "intimidatorios" en el cuello y, finalmente, le asestó una puñalada mortal por detrás que le seccionó tejidos, músculos y vasos sanguíneos hasta las cervicales, le cruzó el pecho y atravesó los pulmones. El cuchillo, de 17,5 centímetros de hoja entró hasta la empuñadura, que dejó una pequeña marca: "no es plausible la accidentalidad. Ni compatible con 20 minutos de forcejeo. La herida va de arriba abajo. Hizo falta fuerza y Cristina podía estar de rodillas o en el suelo, en un plano por debajo del agresor", explicaron los forenses ayudados de material gráfico.

Las pruebas de la autopsia rebaten también que Cristina González mantuviera en su mano el filo del cuchillo durante veinte minutos de forcejeo como sostiene su exmarido. Los cortes superficiales de sus manos no se corresponden con tal posibilidad: "las heridas hubieran sido mucho mayores". Tampoco ven factible que ella se retirara el cuchillo del cuello y descartan que el acusado no se diera cuenta al causar la lesión. Entre los cortes intimidatorios y la puñalada que acabó con su vida, consideran que pasaron pocos minutos.

Heridas defensivas

En cuanto a las heridas del acusado, los facultativos atribuyen los arañazos en la cara a un intento de la víctima de defenderse y no ven ninguna que avale que rodaron por el suelo. Ante la cicatriz que mostró Francisco Álvarez al jurado como una herida que se produjo con el cuchillo al intentar quitarle el cuchillo a su exmujer, los forense lo achacan a algún roce con la maleza o al abrir en el monte los agujeros en los que escondió la ropa manchada de sangre y los objetos que cogió en la casa para simular un robo antes de entregarse en la comisaría de Vigo.

La directora del Instituto de Medicina Legal de Vigo considera "improbable" que se la produjera con el arma del crimen, especialmente porque llevaba puestos dos pares de guantes. Sí puede responder a una rozadura con el cuchillo una leve erosión que presentaba en el abdomen. A preguntas del jurado la forense dijo que era compatible con que el cuchillo estuviera en su cintura.

Nueva relación

El informe psiquiátrico del acusado descarta el consumo de alcohol o tóxicos y la ausencia de cualquier "patología psiquiátrica" previa. "Era consciente y responsable de sus actos", aseveró la forense. El informe pericial apunta que Francisco "no había asumido la separación" y aunque "el matrimonio iba mal desde hacía tiempo, los problemas anteriores -siempre en relación con terceros por parte de la víctima- se habían reconducido", pero cuando aparece una nueva persona, con la que Cristina está ilusionada y a la que va a presentar a su familia" se produce la ruptura real". "Esta persona se presenta como una amenaza para Francisco, porque puede cambiar la evolución de las cosas y él estaba enamorado de Cristina", explicaron los peritos. La vista prosigue hoy.