Diez años de prisión. Ésta es la condena impuesta por la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, a José Carlos Montes Asorey, el vecino de Cangas de 51 años de edad que en octubre de 2012 se entregó en la Jefatura de la Policía Local viguesa tras cortar el cuello con un cúter a una prostituta de 63 años en un club ubicado en las proximidades. El tribunal, en coincidencia con lo que solicitaba el fiscal, lo considera autor de un delito de asesinato en grado de tentativa, con la aplicación de la atenuante de confesión a las autoridades precisamente por el hecho de que acudió a la sede policial nada más cometer la agresión. "Vengo a entregarme, he cortado el cuello a una mujer", dijo entonces a los agentes.

Tras esa confesión inicial, y ya en el juicio celebrado hace dos semanas, el cangués cambió su versión alegando defensa propia y culpando a la prostituta de haberse cortado en el forcejeo. Pero la sala no se creyó este último relato de los hechos y lo condena por intento de asesinato -y no por delito de lesiones, que era lo que planteaba su abogada defensora-. Así, además de la pena de prisión, el tribunal impone al agresor la prohibición de aproximarse o de comunicarse con la víctima durante un período de diez años y, en concepto de responsabilidad civil, establece que abone a la mujer un total de 8.900 euros por los días impeditivos y por las secuelas (las cicatrices) que le quedaron a ésta debido al ataque. "La papada me salvó la vida", describió en la reciente vista oral la víctima en relación con las graves lesiones que sufrió en el cuello.

Los hechos ocurrieron la tarde del 25 de octubre de 2012. El acusado fue a un club de la zona de la Herrería y contrató a la prostituta para realizar un servicio sexual. Estaban en una habitación de la primera planta del local y ya cuando la víctima procedía a vestirse fue abordada "sorpresivamente" por detrás por José Carlos Montes. Según consta en el relato de hechos probados de la sentencia, el hombre le sujetó un brazo con una mano, mientras que con la otra, "con ánimo de causarle la muerte" y con la hoja del cutter, le infirió cuatro cortes en la cara anterior del cuello: uno de 3 centímetros, otro de 5, otro de 10 y el más profundo de 12 centímetros. La sala señala en el fallo judicial que todas las heridas estaban "asentadas" cerca de zonas vitales, entre ellas la vena yugular y las arterias carótidas. La mujer necesitó tratamiento médico quirúrgico consistente en puntos de sutura. Como secuelas le restan varias visibles cicatrices.

Tras la agresión, la prostituta empezó a chillar debido a la sangre de sus lesiones, consiguiendo liberarse del acusado y salir de la habitación para encerrarse a continuación en otra. Por su parte, el condenado se fue "apresurado" del club y se dirigió acto seguido con "paso apurado" a las dependencias de la Jefatura de la Policía Local de Vigo, que están cerca del club donde acababa de suceder todo. Una vez dentro se entregó a los agentes, confesando que acababa de "cortarle el cuello" a una prostituta. Fue detenido y se encuentra en prisión provisional desde entonces.

La sentencia dictada por la Audiencia no es firme y contra la misma cabe recurso de casación ante el Tribunal Supremo.