Un mes después del asesinato de la pequeña Asunta, por el que están en prisión provisional sus padres Rosario Porto y Alfonso Basterra, y mientras sus abogados presentan recursos contra la decisión de que un jurado popular será quien les juzgue, desde su entorno empiezan a trascender datos de la relación familiar que mantenían y que no era tan idílica como transmitían. El móvil que llevó supuestamente a los progenitores a planear el crimen conjuntamente sigue siendo la gran incógnita, aunque algunos indicios apuntan a que su madre comenzó a prepararlo tiempo atrás.

En este sentido, el auto de prisión sitúa a Porto y a Basterra junta a la niña, en la casa de este último donde comieron los tres, en el momento de la ingesta de ansiolíticos, y a su madre también junto a Asunta en el momento de su muerte. No ha trascendido si fue Rosario quien dejó el cuerpo de su hija en la cuneta de Teo, aunque al descartarse de momento la intervención de una tercera persona todo apunta a que sí.

Si los profesores de la niña, que iba a cumplir 13 años, tuvieron noticias de que sufría una alergia cuando al llegar sedada a clase de música en julio su madre lo achacó a las pastillas del tratamiento, Rosario Porto transmitió a su entorno que la menor padecía hiperactividad y que para ayudarla le suministraba agua de Bach, una terapia natural a base de flores. Algunas personas recuerdan que les explicó que prefería recurrir a este tipo de remedios que a darle fármacos, por lo que están sorprendidos al conocerse la sobredosis de lorazepán -el mismo medicamento que tomaba Rosario- que se le suministró antes de morir probablemente asfixiada, según la autopsia preliminar. Los investigadores sospechan que los episodios previos de sedación fueron "ensayos" para cometer el crimen y los análisis finales determinarán si hubo o no sofocación, es decir la asfixiaron o la muerte respondió a la ingesta del medicamento.