La aparición de un cráneo en A Cañiza que, a la espera de las pruebas de ADN, podría corresponder a la viguesa Ana María Fernández -desaparecida misteriosamente a los 37 años cuando regresaba a Barbate con su marido y su hijo de 10 años la madrugada del 1 de abril de 2008-, abre una puerta para esclarecer un caso que se archivó por falta de pruebas y de cadáver en el llegó a estar imputado su entonces marido. "Si es su cráneo lo siento por ella, me da mucha pena que esté muerta. Yo he rehecho mi vida, tengo una nueva pareja y una hija pequeña", afirma desde Cádiz José Francisco Hernández Miranda. Es la primera vez que habla del caso y de lo ocurrido aquella noche para un medio de comunicación y lo hace en exclusiva para FARO. En su día fue detenido y trasladado a Vigo para declarar en el Juzgado de Violencia de Género, y está dispuesto a volver a hacerlo.

"Creen que la maté porque fui el último que la vio, cuando en realidad sólo yo me preocupé de ella y denuncié su desaparición, cosa que no hizo su familia. Gracias a lo que declaró mi hijo, que tenía 10 años y venía con nosotros, se vio que yo no tenía nada que ver", asevera.

"Si los restos son de Ana, vendrá otra vez la Guardia Civil a preguntarme, pero la verdad solo es una. Yo no la maté, la dejé viva en la autovía sobre las 23.30 de la noche y seguí viaje a Barbate con mi hijo". Asegura, además, que no discutió con ella. "Ana con quien tenía problemas era con su familia. Habíamos ido a Vigo desde Cádiz para cuidar a sus padres, que habían sido atropellados y estaban en el hospital, pero las discusiones con sus hermanos eran tales que no quise que mi hijo siguiera en un ambiente así. Aquella noche cogí al niño, cargué el coche y dije que me iba, y ella decidió venirse con nosotros. Estaba furiosa con sus hermanos y decía que iba a matarlos. Me dio un volantazo. Paré el coche y ella se bajó. Fui tras ella pero se adentró en el monte y no iba a dejar solo al niño en el coche, así que volví y seguí viaje a Cádiz", afirma Francisco.

Casi un mes después presentó la denuncia de desaparición en Barbate. "Pero a la semana siguiente de su desaparición llamé a su mejor amiga y a su familia pro si sabían algo de ella. Otras veces, cuando vivíamos en Torrevieja se había ido. Era bipolar. Los dos teníamos un problemas de drogas y nos conocimos en un centro de desintoxicación. Ella no quiso salir de ese mundo. Yo sí y estos días estoy en un centro de desintoxicación", asevera.

Lo que Francisco no sabe explicar es donde dejó a su mujer. Lo que ha motivado numerosos rastreos con georradares en la A-52 a la altura de A Cañiza, ya que su hijo habló de una gasolinera próxima e incluso un bar de "lucecitas": "Claro que cometí contradicciones. Era de noche. No conozco Vigo, solo la playa de O Bao a donde llevaba al niño y el Hospital donde estaban los padres de Ana. Por eso primero dije que la dejé en los Caballos... Era la autovía o la autopista... pero no se en qué punto".

Francisco Hernández asegura que a raíz de la desaparición de su mujer le han hecho mucho daño y ha tenido muchos problemas al vincularlo con un posible homicidio: "La convivencia con ella era muy difícil. Tenía muchas depresiones, me pegaba, intentó acuchillarme y también me tiró pedradas. Nunca se preocupó de nuestro hijo, siempre lo hice yo. Nadie me ayudó. Ahora estoy rehabilitado, tengo la conciencia tranquila y una nueva vida".