Once años y seis meses de prisión como autor de un delito de asesinato en grado de tentativa con la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco. Esta es la condena impuesta por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra a Jeremías Canda Rodríguez, el vecino de Poio (aunque originario de Ponte Caldelas) que, según recoge el fallo, aquel 18 de abril de 2011 intentó acabar con la vida de su pareja sentimental asestándole varios martillazos en la cabeza en el domicilio familiar en el que ambos residieron durante años con sus dos hijas.

Tanto la acusación particular como la Fiscalía de Pontevedra, a través de su fiscal jefe, Juan Carlos Aladro, reclamaban una condena por tentativa de asesinato al entender que el acusado actuó con alevosía, ocultando a la víctima que portaba un martillo instantes antes de la agresión y acometiéndola cuando ella se encontraba de espaldas. Los magistrados de la Audiencia entienden que los hechos realmente ocurrieron así y aluden en la sentencia al ánimo que tenía el acusado de "acabar con la vida" de su pareja El fiscal solicitaba 15 años de prisión para el acusado, pero el tribunal entiende que debe rebajar algún grado al tratarse de una persona sin antecedentes y a que el asesinato fue en grado de tentativa.

En materia de responsabilidad, la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial condena al acusado a que indemnice a la víctima con 7.000 euros por las lesiones sufridas y con 15.000 euros por las secuelas que le dejó aquella brutal agresión, como puede ser la pérdida de un 42% de audición en uno de sus oídos. Además, esta mujer tuvo que someterse a tratamiento psiquiátrico como consecuencia de aquellos hechos.

Relato de la víctima

Los magistrados de la Audiencia Provincial de Pontevedra se ajustan en buena medida a la versión que ofreció la propia víctima durante la vista oral, quien relató como Jeremías Canda Rodríguez la acometió por detrás sin que ella tuviera opción de defenderse. Dijo que sintió un primer golpe muy fuerte en la cabeza que la dejó "sin que pudiera ver nada" e instantes después un segundo impacto con el que recuperó la visión. Esto le permitió defenderse como pudo y logró evitar con su mano que un tercer martillazo impactase en su cabeza.Asegura que luego pudo zafarse del agresor gracias a que una de sus hijas agarró a su padre y le permitió huir a refugiarse en un piso vecino.