Ilidio Magalhaes Ribeiro El Cobra, portugués de 29 años con domicilio en Chaves, con antecedentes por violencia de género y robo, es el cuarto implicado en el crimen del chófer de Verín (Ourense) que ha ingresado en la prisión de Pereiro de Aguiar. Ayer tomaba camino de la cárcel en un furgón de la Guardia Civil tras declarar ante la juez y después de confesar su implicación fruto de un plan maquinado en el entorno familiar de la víctima que, según parece, se les fue de las manos.

Su detención y encarcelamiento culmina una investigación que ha llevado entre rejas a cuatro personas: la exmujer del fallecido, Dolores Álvarez; la hija, Ángeles Pousa; y Alberto Fernández, el último yerno de Bernardino Pousa Rodríguez, golpeado y degollado en las cocheras de la empresa Autocares Guerra de Queizás (Verín) el pasado 11 de septiembre, cuando regresaba de cubrir una ruta a la costa pontevedresa en domingo. Según las fuentes consultadas, el portugués fue contratado para presionar de forma violenta al conductor, de 59 años, en medio del rechazo de la exesposa a que emprendiera una nueva relación, sin descartarse tampoco un posible móvil económico.

Contacto

Supuestamente, El Cobra cobró en torno a 5.000 o 6.000 euros para llevar a cabo el escarmiento. El presunto sicario no tiene coche ni carné, lo que alimenta la hipótesis de que el día del crimen acudió a las cocheras con Alberto Fernández, al que señaló como su contacto en la familia y a quien las pruebas de ADN situaron en la escena del crimen. El novio se derrumbó y confesó después de que los investigadores apuraran al máximo el plazo legal de retención.

Unos 5.000 o 6.000 euros es el dinero que la hija custodiaba en la casa y que supuestamente la madre le dio para pagar al sicario. El dinero era de una cuenta de la que también era titular el fallecido. Ángeles Pousa –presente en la manifestación de noviembre que exigió solución al caso y personada, con su madre, como acusación particular hasta que el caso dio un vuelco– exculpó a su progenitora y señaló a su pareja. Dijo que fue Alberto el que contactó con el sicario movido por sus malas relaciones. El yerno tuvo problemas con la víctima: incluso se cruzaron en un juicio tras una pelea.

El levantamiento del secreto de sumario dilucidará todo. La mujer quería retomar la relación con el encargado de la empresa de autobuses Autocares Guerra. Bernardino, en cambio, estaba decidido a llevar a término un divorcio que no pudo rubricar por la negativa reiterada de la exesposa. Los papeles otorgaban el dinero y varias propiedades en Ourense y Verín a la señora.