A escasos cuatro kilómetros de la casa paterna del fallecido, según sus vecinos, en un bosque aislado de serbales y castaños al pie del viaducto de la AP-9 sobre el río Manzanillo, es donde un vecino de localidad de Angueira se encontró con el Alfa Romeo gris del presunto asesino de Gloria García. Según cuentan sus vecinos, el testigo, que permaneció en su casa mientras los expertos del Imelga y la Guardia Civil realizaban las pesquisas en la escena del suceso debido al "shock", vio el vehículo cuando iba a una de sus fincas y se percató de que el tubo de escape podía haber sido utilizado para un suicidio, por lo que se dirigió a Padrón para avisar a la Guardia Civil. No obstante, no había nadie en el cuartel y al final tuvo que parar a una patrulla de tráfico, a la que acompañó al lugar.

Según los vecinos eso ocurrió sobre las nueve y media de la mañana, aunque no fue hasta casi las once cuando la patrulla llegó a la pista forestal al lado del río Manzanillo, un curso fluvial que cruza el Camino Portugués, cerca del polígono de A Picaraña. Entonces los agentes acordonaron la zona y tanto la prensa como los vecinos –una docena– que se acercaron al lugar no pudieron ver ningún detalle del proceso del levantamiento del cadáver. Sí, en cambio, dispusieron de dos horas y media para comprobar cómo llegaba sobre la una de la tarde, la juez, luego el coche funerario del Imelga (Instituto de Medicina Legal) y finalmente la grúa, y cómo una hora y media después salía primero el furgón forense y luego la grúa con el coche en perfecto estado y precintado, incluida la matrícula.

Dos de las vecinas presentes en la zona afirmaron que "se dice" que el presunto autor de la muerte de Gloria García "solía venir mucho por aquí, se veía mucho sentado junto al río". "Ya debía de tener problemas, no debía de estar bien", sugirió una de ellas.