Silencio, dolor y compás de espera. Las familias del pontevedrés José Alfonso García Barreiro y del muradano Alfonso Rey Echeverri, contramaestre y capitán del Vega 5, respectivamente, prefieren guardar silencio a la espera de acontecimientos. En el piso de la plaza de Galicia en Pontevedra la mujer de García Barreiro y un hijo de ésta reclaman prudencia. No hace mucho que viven en la zona y no son muy conocidos en el vecindario, aunque sí ha trascendido que el contramaestre del pesquero secuestrado lleva años curtiéndose en la mar.

Más conocido es el muradano, nieto de un marinero francés que llegó de joven a la Illa de Arousa, donde se enamoró y se casó con una isleña. El matrimonio se trasladó a Muros, donde se asentó y tuvo una familia numerosa con nueve hijos. El abuelo de Rey Echeverri introdujo en la ría muradana la primera dorna, una embarcación arousana que le encandiló. Alfonso siguió la tradición familiar y se formó en Vigo como patrón.

El asalto al "barco de Alfonso, el de Maruca" corrió como la pólvora el viernes. "Un atunero, que anda bien y puede arriarlo todo tiene posibilidades pero para un arrastrero es muy difícil escapar", explica Juan en la lonja muradana. Allí, en las oficinas de la cofradía y en los bares del puerto se formaban corrillos en los que el principal tema de conversación era el secuestro del pesquero. En el café-hotel A Muradana el protagonista estaba detrás de la barra que atiende Tino Caamaño Echeverri, primo de Alfonso y uno de los primeros en enterarse del secuestro. "Me lo dijo el día 31 un tío político de Alfonso. Y desde entonces no he sabido nada más. Somos una familia grande en la que todos nos queremos y cuando pasa algo así lo sientes pero qué le puedes hacer", asegura Tino, que confiesa que aún no se ha atrevido a visitar a la familia porque también a su padre –abuelo de Alfonso– "lo tuvieron retenido en Francia y sé muy bien lo que es esto".

Tino es uno de los pocos Echeverri, una familia muy conocida en Muros y comarca y de larga tradición marinera, dispuesto a comentar una noticia que mantiene pegados al teléfono y sin salir a la calle a los familiares más cercanos de Alfonso. Sobre todo a Lolita, su mujer, que tras abrirnos ayer la puerta de su casa visiblemente afectada y con los ojos enrojecidos declinó hacer declaraciones sobre el secuestro de su esposo y se limitó a confirmar que en las últimas horas no había recibido ninguna noticia nueva. Una respuesta muy similar a la que encontramos en la casa en la que nació el marinero y donde vive ahora su tío, Ernesto, que con un contundente "sin comentarios" dejaba claro que la consigna de la familia es guardar silencio.

Tomás Freire, compañero de estudios desde niño de Alfonso Rey, se enteró por la prensa de la suerte de su viejo amigo a pesar de regentar un taller situado a pocos metros de la casa de su familia. "Estuvo aquí hace como un mes. Estaba de vacaciones y hablamos de que estaba preparando un nuevo viaje, que le cambiaban de barco y de tripulación. Que los liberen pronto", enfatiza. No era su primera campaña en Mozambique y desde hace 12 años faena en buques de empresas participadas por Pescanova, como varios de sus familiares.