Penas que suman 22 años de prisión y 13 años de alejamiento de su víctima. Esta es la condena que solicita la Fiscalía para tres estudiantes acusados del secuestro exprés de un empresario de Meaño, que fue agredido y amenazado de muerte durante cinco horas, por el que su familia pagó un rescate de 100.000 euros el 9 de marzo de 2006. No contentos con el botín, que se repartieron en un piso de Vigo, también se quedaron con el dinero y la cazadora de su víctima. Los tres están en prisión.

El juicio comenzará en la Audiencia de Pontevedra el próximo martes y se prolongará durante toda la semana. En el banquillo de los acusados se sentarán Marcos Antonio Vázquez Habas, de 29 años y vecino de Vigo; Omar Bajo Rodríguez, de 27 años y vecino de Redondela; y Diego Roel Cardama, de 26 años y vecino de Meaño, donde residía con su familia a unos 300 metros de la casa de la víctima, el constructor José María Cacabelos.

El fiscal solicita para Omar Bajo y Marcos Antonio Vázquez penas de 9 años y tres meses de prisión para cada uno. Ocho años por un delito de secuestro y 15 meses por el delito de hurto. Además, pide que no se acerquen en 13 años a la víctima.

En el caso de Diego Roel, el ministerio público reduce a 4 años de cárcel la petición de pena por el delito de secuestro y a tres meses el de hurto, dejando la orden de alejamiento en 7 años y medio. Aplica un atenuante porque la familia del joven, en su nombre, abonó al secuestrado 54.000 euros como parte de la indemnización que pudiera corresponderle derivada de la devolución del precio del rescate y por reparación de los daños. Solidariamente abonarán al empresario 60.000 euros: 40.000 por el rescate pendiente, 5.000 por las lesiones, y 9.000 de indemnización

Ninguno de los tres jóvenes tiene antecedentes penales y eran discretos estudiantes de clase media. Diego Roel y Omar Bajo estudiaron juntos en el colegio Abrente de Portonovo y estrecharon su amistad en ambientes nocturnos de discotecas, donde se movía también Marcos.

Éste citó aquel 9 de marzo al constructor en un bar, haciéndose pasar por encargado de una empresa, y juntos fueron a una finca de Mosteiro donde iba a encargarle una excavación. Allí salieron los otros dos encapuchados e inmovilizaron al empresario, tirándole al suelo. Le cubrieron la cabeza y lo maniataron, introduciéndole en su vehículo. Omar se puso al volante y el resto les siguió en otro.

Lo trasladaron por la autopista hasta un galpón en un monte de Vilaboa. Diego le golpeó en repetidas ocasiones, y le amenazaron con que "le cortarían los dedos uno a uno y se los enviarían a sus hijos", "le matarían" y "raptarían a sus nietos si no pagaban el rescate". En apenas dos horas el hijo del empresario depositaba 100.000 euros –en billetes de 500 y 50 euros– en una mochila en el arcén de la autopista, en el acceso a Teis (Vigo), donde Omar y Diego, acompañados de un perro, lo recogieron, repartiéndoselo en el piso de Marcos.

Dejaron a la víctima en el club Edén de Vilaboa donde le devolvieron su coche y el teléfono que le habían quitado para negociar el rescate con su familia. El empresario sufrió contusiones y hematomas en el costado y la cara, una herida punzante en la mano y estrés post traumático.

Coches, deudas y un cuarto implicado sin identificar

El fiscal establece la participación en el secuestro exprés de un cuarto implicado al que no se ha podido identificar, que sería quien acompañó como copiloto a Omar en el traslado del empresario a Vilaboa. También expone que un mes antes hubo otro intento fallido porque la víctima no pudo acudir a la reunión. Con el dinero del rescate Marcos admitió haber pagado deudas por 7.000 euros; Omar adquirió dos vehículos, un Nissan de segunda mano valorado en 29.000 euros que pagó en efectivo en billetes de 500, y una furgoneta y Diego había reservado un A-4, cuya señal perdió al ser detenido. En sus domicilios se hallaron prendas que vestían el día del rapto.