Yecla enterró ayer en medio de una gran conmoción al parricida Juan Pérez Varela, de 43 años, que antes de suicidarse de un disparo acabó a puñaladas con la vida de su mujer, Josefa Serrano Azorín, y de sus dos hijos, Alba, de seis años, y Samuel de cuatro.

Los hermanos de las víctimas se pusieron de acuerdo y los cuatro fueron enterrados juntos. El funeral, al que asistieron tres mil personas, apenas duró media hora y fue oficiada por el vicario de zona, el párroco y un misionero. Cuando los tres coches fúnebres llegaron a la puerta del templo, los familiares comenzaron a vivir los momentos más duros.

En primer lugar introdujeron el féretro de Josefa, detrás el de los niños y por último él de Juan, -si esto hubiera ocurrido hace más de 50 años, el hombre no hubiera entrado al templo, porque la Iglesia no permitía el funeral cristiano a los suicidas-.

Juan dejó escrita una carta, dirigida al juez de guardia, en la que además de explicar cómo había matado a su familia y por qué, indicaba como quería que fuera su entierro y el de sus víctimas. En los nueve folios manuscritos, Juan, albañil de profesión, explica que su situación económica es desesperada -aunque las cuentas bancarias de la familia no hacían presagiar dificultades-. Así, relata que a las 6 de la mañana mató a su esposa y dos horas después a los niños. En ese intervalo escribió la carta, en la que también se despide de su familia, y de la de su mujer.