El supuesto pedófilo alemán era un habitual de distintos establecimientos comerciales y farmacias de Tui, donde era conocido como "Oliver".

Algunos comerciantes todavía le recuerdan. "Es un hombre de gran estatura, grueso, peinado con cola de caballo. Siempre venía acompañado por chavales de cabello rubio y ojos claros, muy parecidos a él. Podrían ser hijos suyos", explicaba ayer un farmacéutico, recordando las visitas que realizaba el cliente cada tres meses para adquirir productos de naturopatía, de venta libre, como própolis y jalea real. "Era de pocas palabras y no tenía buen carácter. Más de una vez se marchó enfurruñado por no tener el producto que pedía", cuenta. La única referencia que tiene de él es que les dijo que vivía en el Norte de Portugal.

Esa misma precisión coincide con la información que aporta una de las dependientas de un centro comercial de Tui. "Recuerdo que le vi por última vez hace unos 4 o 5 años y siempre iba acompañado por un par de niños entre 8 y 12 años de edad".

La joven describe al cliente como "muy alto y grueso, de pelo rojizo y con barba. La visita era habitualmente semanal y se prolongó por el plazo aproximado de un año". Además de alimentos en cantidad, adquiría artículos de hogar.

"Era bastante hablador con nosotras, nos dijo que grababa música de relajación y que vivía en Portugal", explica. En estas visitas para hacer las compras, los comerciantes coinciden en decir que no advirtieron ningún indicio que llevase a sospechar del individuo. De hecho hasta abril de 2007, cuando la Policía española detectó su presencia en el sur de Galicia y se hizo pública la orden de búsqueda y captura desde Alemania a través de Interpol, no supieron que aquel hombre grandote estaba acusado de un centenar de casos de pedofilia.