Las dos hijas de Unisa Mansaray, el ciudadano de Sierra Leona que se enfrenta a 476 años de cárcel acusado de violarlas y maltratarlas, ratificaron la denuncia contra su padre durante el juicio que se inició ayer en la Audiencia Provincial de Pontevedra. Las jóvenes contestaron a las preguntas que les formuló el tribunal de forma "clara y contundente", según el fiscal que sostuvo la acusación pública en la vista celebrada a puerta cerrada.

La declaración de las dos adolescentes durante el juicio coincide con el relato de los hechos que defiende el ministerio público en su escrito de acusación, confirmó el fiscal. Éste asegura que las agresiones sexuales se iniciaron en junio de 2002 (cuando las niñas tenían 13 y 14 años). Esa noche su padre, supuestamente, obligó a la mayor a mantener relaciones sexuales con él y, después de rechazarlo ésta, también forzó a la menor. A partir de ahí y hasta septiembre de 2003 continuaron las violaciones a la menor de las niñas al menos con una frecuencia de dos veces al mes, asegura la acusación pública. Según explicó el fiscal, es precisamente del primer día en el que su padre les habría obligado a mantener relaciones del que guardan un mayor recuerdo. Luego afirmaron que las agresiones sexuales continuaron, aunque no "pudieron precisar fechas concretas".

Ayer trascendió que el procesado, supuestamente, habría dejado de mantener relaciones sexuales con sus hijas tras contraer de nuevo matrimonio. También se supo, según explicó el fiscal, que fue el entorno de las dos pequeñas quien decidió denunciar los hechos después de una reunión familiar en la que las dos niñas (hoy ya mayores de edad) decidieron confesar los abusos a los que presuntamente las sometía su padre. Así lo acreditaron durante el juicio algunos de los testigos que participaron en ese encuentro familiar y que prestaron declaración. Entre ellos se encontraba la pontevedresa que fue pareja del acusado y que mantuvo una dura batalla legal en 2002 para que el acusado y sus dos hijas pudieran entrar en España.

Unisa Mansaray, que se enfrenta a una petición de condena que suma los 476 años de prisión por 31 delitos de violación y otro de agresión sexual, negó todos los hechos que se le imputan. El acusado, famoso en Pontevedra porque en 2005 salvó la vida a un joven que estuvo a punto de ahogarse en el Lérez, manifestó durante el juicio que sus hijas "mienten" y que su relato de los hechos "es un cuento".

"Invención" de las niñas

El abogado de Unisa Mansaray defendió la inocencia del acusado al considerar que todo es una "invención" de las víctimas. Añadió que "se han acreditado indicios de que existen motivos para que las niñas hayan formulado todo este tipo de acusaciones contra su padre" y sostiene que algunos testigos basaron su declaración en referencias y que se creían sin más la versión de las víctimas sin conocer "ni al detenido, ni la relación que mantenía con ellas".

El fiscal asegura en su escrito de acusación que el procesado también vejaba, insultaba y maltrataba a su hijas. Explica que las castigaba dejándolas sin comer, que las encerraba en casa si no estudiaban lo suficiente o que las obligaba a levantarse a las seis de la madrugada para limpiar la casa y hacerle la comida. Unisa Mansaray intentó justificar esta actitud en el juicio asegurando que exigía estos esfuerzos a sus hijas para que llegasen a ser algo en la vida, que era un padre "duro y estricto" y que en su país de origen era costumbre que los niños colaborasen desde pequeños en este tipo de trabajos en casa por las extremas condiciones de pobreza que padecen. El fiscal pontevedrés encargado de este caso añadió que "por muchas costumbres que allí existan, eso aquí es delito", explicó.