Un vecino de Segovia, Alfredo V.G., aceptó ayer una pena de 5 años de prisión al reconocerse autor de los delitos de robo con violencia e intimidación, detención ilegal y lesiones contra un vecino de A Estrada al que retuvo en su domicilio mientras le propinaba una paliza para que le entregase una cantidad de dinero. Otras dos personas, José Luis G.G., también de Segovia, y Juliana M.C., brasileña, aceptaron dos años de prisión cada uno como autores del delito de robo.

Los tres reconocieron que el 19 de marzo de 2006 fueron al domicilio ubicado en Barbude, A Estrada, con el objetivo de sustraerle una cantidad aproximada de 18.000 euros. Según el abogado de la acusación, la procesada Juliana M.C. había mantenido un año antes una breve relación sentimental con la víctima, por lo que podría conocer o haber informado a los otros dos procesados de que guardaba ese dinero en la casa.

Sobre las 22.30 horas, llamaron a la puerta de la vivienda y el dueño los echó. Más tarde, Alfredo V.G. aprovechó que la víctima abandonó un instante la casa para ir a la de un vecino para asaltarlo por la espalda y propinarle un primer puñetazo que lo tiró al suelo. Al mismo tiempo le amenazó -"Ya sabes que soy de ETA y la ETA mata", le advirtió- mientras le exigía que le entregase el dinero.

Este fue el inicio de la brutal agresión. Mientras la víctima encajaba puñetazos y patadas, aseguraba a Alfredo que no disponía de tal cantidad de dinero y que sólo tenía en casa los 280 euros que finalmente se llevaron los asaltantes, así como cartillas del banco y escrituras de propiedad.

Según el relato del fiscal, tras revolver la casa en busca de dinero, Alfredo arrancó la puerta de una habitación y golpeó con ella a la víctima en la cabeza, dejándolo aturdido. Luego lo sacó al exterior y le introdujo un cuchillo en la boca, diciéndole que le iba a cortar la lengua. La víctima logró extraer el arma agarrándola por el filo, lo que le produjo un corte.

Después lo amarró a un árbol, en donde siguió golpeándolo. Luego lo desató y lo arrastró a la casa y lo dejó maniatado contra la pileta del baño, mientra él y sus compañeros huían. Sobre las doce y media de la noche, dos horas después de que se iniciase el robo, la víctima logró liberarse y pedir ayuda a los vecinos. Hoy en día todavía precisa tratamiento por un "síndrome ansioso".