El juez dejó ayer en libertad provisional al marido y al cuñado de la azafata viguesa asesinada en su casa de veraneo de Porto do Son en diciembre de 2005. El esposo, Ernesto Mouzo Barros, de 40 años, continúa imputado en la causa, por lo que deberá comparecer quincenalmente en el juzgado, tiene prohibido salir del país y se le ha requisado el pasaporte. Mientras, a su hermano Marcos, de 32 años, únicamente se le impuso la medida de comunicar a la justicia si realiza algún cambio de domicilio. El fiscal llegó a solicitar prisión incondicional y sin fianza para el marido de Elena Calzadilla, pero el magistrado optó finalmente por decretar su libertad ante la falta de pruebas concluyentes para dictar su ingreso en la cárcel.

La de ayer fue una larga jornada en el juzgado de Noia que lleva la investigación del caso. Los dos hombres llegaron a media mañana en un coche camuflado y custodiados por tres patrullas de la Guardia Civil procedentes del cuartel de Lonzas de A Coruña, donde permanecían desde que se produjeron los arrestos, en Porriño y Vigo respectivamente. Los interrogatorios fueron muy extensos y, de hecho, a Ernesto Mouzo el juez le tomó declaración dos veces. En la comandancia coruñesa, antes de ser puesto a disposición judicial, ya había sido interrogado hasta en cinco ocasiones por los guardias civiles.

Nueve horas después de que fuesen puestos a disposición judicial, el fiscal decidió pedir prisión incondicional y sin fianza para Ernesto Mouzo. Pero el magistrado, y ante la falta de pruebas concluyentes, decretó su libertad provisional, aunque con una serie de medidas: deberá comparecer los días 1 y 15 de cada mes en el juzgado, tiene prohibido salir del territorio nacional sin autorización judicial y tuvo que entregar su pasaporte, según informaron fuentes del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Quien también pudo volver a su casa fue su hermano Marcos. Y en este caso, la única condición impuesta fue la de comunicar si realiza algún cambio de domicilio.

La investigación en torno a este asesinato continúa abierta. Las indagaciones seguirán a cargo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de A Coruña, que todavía tiene pendientes varias diligencias por practicar para esclarecer totalmente el crimen de esta azafata de Vigo.

Las detenciones de Ernesto y su hermano sorprendían esta semana a los familiares de las víctimas. Lo único que había trascendido de la investigación, sobre la que pesa el secreto de sumario, es que los agentes sospechaban que se trataba de un crimen por encargo. El marido, que tiene dos hijos de su matrimonio con Elena, uno de ellos menor de edad, presentó una coartada para demostrar que el día en que ocurrió el crimen estaba en Vigo, y no en Porto do Son, a donde se había trasladado su mujer para recoger algunas prendas de verano, ya que al día siguiente se marchaba con él a pasar el puente de la Constitución en las islas Canarias. Fue el propio Ernesto quien, ante la tardanza de la víctima y al no responder ésta a las llamadas telefónicas, decidió trasladarse a la localidad coruñesa. Al llegar al chalé, y según declaró entonces ante agentes de la Guardia Civil, encontró el cuerpo sin vida de su mujer.

El matrimonio residía en la parroquia viguesa de Beade, en una casa en la que en la actualidad vive el marido con los dos hijos. Los vecinos se mostraban conmocionados con lo ocurrido y confesaban que, más de dos años después de los trágicos hechos, la noticia de estas detenciones caían como un jarro de agua fría. La investigación, ahora, deberá continuar.