"Sabíamos que volvería a matar", asegura la familia de la niña asesinada por Gali

Antonio Gali, el pasado jueves en los juzgados de Ourense, antes de ingresar en la prisión de Pereiro. / j. docampo
Victor Rodríguez/U.F. /OURENSE
La familia de María Victoria C.B., la niña de 11 años asesinada por Antonio Gali Balaguer el 16 de agosto de 1984 en una vivienda del barrio de La Cartuja, en Zaragoza, no entiende cómo podía encontrarse en libertad. Entonces le juzgaron por el asesinato de la menor y del marido de su amante y le condenaron a 64 años de cárcel, de los que al parecer sólo cumplió 17, y eso que tenía numerosos antecedentes por abusos a otras menores y mujeres.
"Sabíamos que volvería a matar. Es un animal y un criminal. Es vergonzoso y ha sido como un jarro de agua fría", asegura el hermano de la pequeña al conocer que Gali Balaguer ha vuelto a ser detenido, esta vez en Ourense, por la muerte por supuesto estrangulamiento de Aurora Dacunha, cuyo cadáver apareció en una cuneta en una carretera de Maside; y por el intento de homicidio, también por ahogamiento, de otra mujer en esta ciudad.
Han pasado 22 años desde que Gali abusara y matara a María Victoria y, según datos facilitados por el diario "El Heraldo de Aragón", sin embargo el tiempo no ha podido borrar aquella tragedia, como pone de manifiesto su hermano Desiderio, que cuando ocurrieron los hechos tenía 25 años: "Nunca vuelves a ser el mismo cuando te pasa una cosa así, jamás; te marca para toda la vida".
La sentencia de la Audiencia Provincial de Zaragoza, de 3 de junio de 1985, considera probado que Antonio Gali, después de abusar sexualmente de la niña la amordazó de manos y pies con una cinta aislante y la dejó en un granero al que volvió en varias ocasiones para disuadirla de que no contara lo sucedido y al no conseguirlo, la llevó al cuarto de baño y en la bañera llena de agua la ahogó. A continuación, según la sentencia, cogió el cadáver de la pequeña, lo envolvió en un mono suyo y lo escondió en un cajón en un cuarto al lado de la leñera. Al día siguiente enterró el cuerpo en el suelo, donde fue encontrado por efectivos de la Policía. Cuando la niña desapareció, se organizó una búsqueda en el pueblo que duró 24 días, en la que con toda frialdad había participado el propio Gali.
Otro hermano de la pequeña, Juan José, que en aquellos momentos tenía 21 años, y su hermana Guadalupe, de 24, agradecen "que Gali esté otra vez en la cárcel, porque por los menos sabemos dónde está"".
Por su parte, Juan José manifiesta: "Te quedas como tonto al enterarte de que estaba libre y que ha vuelto a ser detenido en relación con otro crimen. No entiendes nada y te das cuenta de que la justicia es una farsa. Si ya creía poco en ella, ahora menos", añade. "Yo sabía que Gali volvería a hacerlo, es un asesino en serie", concluye.
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