La acusación pide penas de 29 y 57 años de cárcel para el adventista acusado de abusos en Vigo

U.F. / VIGO

La Sección Quinta de la Audiencia provincial en Vigo dejó ayer visto para sentencia el juicio contra A.M.L., de 42 años y monitor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, acusado de abusos sexuales continuados a una menor desde los 8 años hasta los 16.

El fiscal elevó a definitiva su petición de un total de 29 años de cárcel por abusos continuados, intento de abuso con acceso carnal y otro de agresión sexual; pena que la acusación particular elevó a 57 años al añadir una tentativa de penetración anal y exhibición de películas pornográficas.

El abogado defensor reclamó la absolución y propuso que, si se le condena, en vez de un delito de abusos sexuales continuados se califique como acoso continuado, con una pena máxima de 7 meses de prisión. El acusado cerró la vista oral asegurando que era inocente.

La defensa dudó sobre la declaración de la joven, que el fiscal consideró "demoledora". Así, destacó que denunció en 2003, cuando ya era mayor de edad y casi 15 años después de ocurridos los primeros abusos. Se preguntó por la fiabilidad de los "excesivos" datos concretos y por qué no evitó acudir los sábados al templo, donde habrían tenido lugar los abusos durante cuatro años.

Los peritos judiciales explicaron que no existe posibilidad alguna de fabulación en el relato de la víctima que sufre shock postraumático crónico y trastornos de estrés y ansiedad, algo normal en niños que han padecido abusos sexuales. Destacaron que, para defenderse, padeció amnesia psicógena y que la terapia la ayudó a desbloquearse y a recordar con gran precisión los hechos.

La acusación destacó que el propio Alberto negó los abusos pero reconoció haber tenido una relación estrecha y especial con la joven y haber estado sólo con ella en los lugares donde supuestamente ocurrieron los hechos.

Los testigos de la defensa negaron que en las reuniones convocadas por el pastor cuando la joven le contó lo ocurrido se hablara de abusos sexuales. La cuestión se limitó a decir que había un "problema" de la joven con Alberto, motivo que lleva al ministerio público a no entender por qué el acusado aceptó, a propuesta de la víctima, abandonar la iglesia adventista y someterse a tratamiento psicológico. En alusión a la declaración del pastor durante el juicio, el fiscal apuntó la posibilidad de deducir testimonio por encubrimiento, falso testimonio y generar animadversión contra la joven.

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