El ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, una de las primeras autoridades en personarse en el lugar de los hechos, que definió como "un espectáculo abominable", anunció durante la visita el encargo a la Prefectura de Policía de París de un inventario de edificios potencialmente peligrosos, ya sea por riesgo de sufrir incendios o por su sobreocupación, con vistas a cerrar algunos de ellos. Afirmó asimismo que se iba a estudiar con el Ayuntamiento el realojo de los ocupantes, una cuestión que el propio Sarkozy reconoció de gran dificultad, dada la dimensión del problema.

Por su parte, el presidente francés, Jacques Chirac, calificó ayer el suceso de "catástrofe espantosa" y "motivo de duelo para toda Francia". Además, en el comunicado emitido, manifestó su "solidaridad" y "profunda compasión personal y la de la nación" hacia las víctimas, así como su agradecimiento a los esfuerzos de los bomberos, policías y todo el personal sanitario. El presidente confió en que las investigaciones "arrojen cuanto antes toda claridad sobre las circunstancias precisas de este drama y permitan sacar conclusiones". Por otra parte, el ministro del Empleo y Cohesión Social, Jean-Louis Borloo, fue increpado cuando acudió al lugar del incendio por algunos de los residentes, que le reprocharon que no se hubieran atendido antes sus quejas sobre el estado del edifico.