Grandío: «Los Aliados querían echar a Franco del poder en la II Guerra Mundial»
Una de esas presiones fue el proyecto de invasión de Galicia en octubre de 1943, según señaló en Club FARO el historiador e investigador principal del libro ‘La España espiada’

Antonio Giráldez (izquierda) y Emilio Grandío. | José Lores
«Los Aliados querían echar a Franco del poder durante la Segunda Guerra Mundial y un eslabón de la presión que realizaron fue el proyecto de invadir Galicia». Así lo afirmó ayer en Club FARO el historiador Emilio Grandío, coordinador e investigador principal del libro ‘La España espiada. Redes de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial».
Presentado y entrevistado por el también historiador y miembro del Instituto de Estudios Vigueses Antonio Giráldez, Grandío comentó que tras más de una década de investigación en varios archivos históricos de diferentes procedencias logró armar un puzzle para afirmar que la invasión de Galicia estaba prevista para el 8 de octubre de 1943 y se produciría por algún por algún punto de la costa norte y de Portugal. «Fue un proyecto creíble por la dictadura, que desplazó a miles de soldados a la costa de Lugo y A Coruña», expresó. El «desencadenante» fue una reunión del embajador británico en España, Samuel Hore, con Franco en el pazo de Meirás, el lugar de veraneo del dictador, el 20 de agosto de 1943. En ese encuentro el diplomático da un ultimátum a Franco, en sintonía con lo acordado dos días antes en la conferencia de Quebec por Roosevelt y Churchill, para que el dirigente español retire la División Azul, paralice el tráfico de wolframio y deje de cobijar en sus puertos a submarinos alemanes.
Tras ese encuentro, según relató Grandío, Hore abandona España sin fecha de regreso y no vuelve a la península ibérica hasta que aterriza el 8 de octubre en Lisboa para llegar al día siguiente a Madrid. Días después cae de golpe la red de información para los servicios británicos Sanmiguel, que tenía 80 informantes repartidos por la costa cantábrica, y su líder, Lorenzo Sanmiguel, cae abatido por la Guardia Civil en una pensión en León. «Hay siete cajas de documentación sobre esa red en el archivo militar de Ferrol», indicó Grandío, quien explicó que por la parte británica se provoca la salida del principal responsable de los servicios de inteligencia en España, Allan Hillghart, al que se le usa como «chivo expiatorio» ante la estupefacción del propio Churchill.
«Ese proyecto de invasión fue un elemento de presión y provocó que Franco fuera aceptando las condiciones que le impusieron los Aliados», expuso Grandío. Señaló también otros mecanismos de presión empleados por los británicos: la firma de 40 procuradores de las Cortes en primavera de 1943 exigiendo que Franco deje el poder en manos de Juan de Borbón, aviones británicos sobrevolando en dos ocasiones el pazo de Meirás, el estallido de un polvorín en Ferrol y la aparición de una bomba sin munición en la ría de Ferrol.
Grandío situó el gran despliegue de los servicios de inteligencia británica en España, hasta entonces «poco desarrollados» a partir de la ocupación nazi de Francia en 1940. Hasta entonces «España estaba gestionada por los servicios franceses, pero cuando Francia cae, Gran Bretaña se queda sola ante el fascismo y necesita saber qué ocurre en España, un país que se había declarado ‘no beligerante’ por Franco, copiando la fórmula de Mussolini». Hasta entonces, los ingleses tenían básicamente en el país servicios diplomáticos, cónsules, industriales muy relacionados con empresarios alemanes. «En un corto periodo de tiempo, de 1940 a 1943 (año en que Estados Unidos empieza a tomar el mando), Gran Bretaña genera la mayor red conocida de servicios de información. Le interesaba España, fundamentalmente porque linda con Gibraltar, y por su posición estratégica. Prácticamente todos los puertos gallegos fueron fotografiados y la información llevada a Londres».
«Los agentes dobles no son la excepción»
«No hay nada que resulte más atractivo a un investigador que ver en un documento el cuño de ‘Top Secret’», expresó ayer Emilio Grandío, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela e integrante del grupo de investigadores Reshint (Red Española de Estudios Históricos de Inteligencia), cuyo proyecto sobre el estudio de las redes de inteligencia ha dado como uno de sus frutos el libro ‘La España espiada’, que recoge investigaciones llevadas a cabo en diferentes zonas de España por diversos historiadores.Acostumbrado a bucear en archivos desclasificados en diferentes países y a entender los códigos opacos con que los documentos de inteligencia fueron confeccionados, Grandío destruyó imágenes sobre los espías que están extendidas por la literatura y el cine. Así, afirmó que «los agentes dobles no son la excepción, sino la norma», desmintió que los servicios de inteligencia española en la época de la que se ocupa fueran «como Mortadelo y Filemón» sino que los calificó de «altamente cualificados» y retrató a los agentes de inteligencia como «servidores del estado», independientemente de quien gobierne y del régimen político que haya.
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