CostureArte, un taller que transforma ropa y vidas
CostureArte es una alternativa a la moda rápida que nace en Santiago de la mano de tres mujeres inmigrantes decididas no solo a transformar prendas, sino también a tender una mano a otras mujeres que, como ellas, han debido dejar todo atrás para construir un nuevo futuro en otro país.

De Iz. a d., Rosalía Matheus, Diana Viveros y Juana Arango. | FDiego Mestizo
Entre bobinas de hilo, agujas y retazos de tela, nació la amistad de tres mujeres que, tras verse obligadas a dejar sus países de origen en busca de un nuevo futuro, encontraron en la costura un punto de encuentro y esperanza. Entre confidencias y risas, recuerdos y sueños compartidos, Rosalía Matheus Moreno (Venezuela), junto con Diana Viveros Lenis y Juana Arango Lopera (Colombia), comenzaron a dar forma a CostureArte, un proyecto de costura creativa que se erige como una alternativa consciente frente a la moda rápida.
Estas tres inmigrantes llegaron hace varios años a Santiago, cada una por un camino diferente y por razones distintas, aunque con una única certeza: tener una segunda oportunidad de vivir, aunque sea a miles de kilómetros de sus respectivos países y de sus seres queridos. Sus destinos se entrelazaron en el taller de costura creativa de la Asociación Arraianas, asociación sin ánimo de lucro que trabaja en diversas áreas de intervención, prestando especial atención a las personas migrantes y a las mujeres, de cara a favorecer la igualdad de oportunidades y su participación activa en la sociedad. Aquí surgió el germen de CostureArte, una cooperativa de economía social con la que quieren ser dueñas de sus propios destinos.
CostureArte ofrecerá servicios de costura tradicional y creativa, confección a medida, transformación de piezas obsoletas en piezas únicas y aprovechamiento textil. Además, impartirá formación en técnicas de costura y emprendimiento en economía social. En otras palabras, el proyecto no busca solo transformar prendas de vestir, sino también vidas, acompañando a las mujeres inmigrantes para que sean protagonistas de sus propias historias. «Queremos que, como nosotras, otras mujeres inmigrantes puedan tener una oportunidad de autoempleo. Sabemos que en un futuro seremos más», explica la colombiana Diana Viveros.
También es un proyecto sostenible de economía circular. La propuesta no deja de ser valiente en un momento en el que la ropa es de usar y tirar. Pero las creadoras de CostureArte no quieren que las prendas acaben pocos meses después en el vertedero; ellas apuestan por el reciclaje. No se trata exclusivamente de recoger bajos o estrechar cinturillas, sino de transformar, de dar una segunda vida a las prendas que ya no nos ponemos. «¿Por qué tirar una prenda si puedes hacerle unos cambios para darle otro aspecto o transformarla en otra cosa?», se pregunta esta colombiana, que reside en Galicia desde hace algo más de tres años.
Viveros era tecnóloga química y maestra en Colombia. Tuvo su propia empresa e impartió clases de alfabetización y de educación para jóvenes y adultos en el rural, en el departamento del Cauca. El estallido social de 2021, sin embargo, cambió su mundo.
«Este estallido complicó el tema productivo en la zona donde estaba la empresa y por falta de seguridad, entre otras razones, no pude seguir», explica esta colombiana de 42 años.
Al otro lado del Atlántico quedó su marido, con quien espera poder reunirse pronto, aquí en Galicia, cuando la reagrupación familiar sea posible. «Decidimos que fuera yo la que emigrara porque es mucho más complejo que los varones logren tener un empleo sin documentos. Nosotras en ese sentido lo tenemos un poco más fácil», explica Viveros.
Su primer empleo en Galicia fue en el sector de cuidados, que ahora compagina con la fabricación de trampas para ratones. El curso de costura creativa de la Asociación Arraianas fue su primer contacto con el arte de la confección, aunque no el primero con las manualidades. Viveros afronta este nuevo reto con la ilusión de que no solo cambie sus vidas, sino las de muchas otras mujeres.
Racismo
También desea poder reunirse con su marido, aunque sabe que esto no será una realidad inmediata. Galicia le gusta. Dice que es una «terra fermosa» y está aprendiendo gallego. Sin embargo, también le duele el racismo, los cambios de lengua o de actitud, dice, cuando entra en un establecimiento. Reconoce que le sorprendió incluso porque los inmigrantes negros que llegaron antes que ella no se lo habían comentado. Sin embargo, su caso no es una excepción. Las situaciones de racismo salen en las conversaciones a poco que escarbes. «La discriminación por color de piel provoca un enorme dolor», reconoce.
A pesar de esto, quiere quedarse en Galicia, donde espera poder empezar una nueva etapa frente a esta cooperativa textil. CostureArte está llevando a cabo una campaña de recogida de fondos activa a través de la Fundación Coop57. El objetivo son 13.000 euros.
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