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Miguel Pasquau: «El sistema quiere que decidas tú, no que te laves las manos»

«Las encuestas detectan una caída de la confianza en los jueces y sin confianza en las instituciones de la justicia, no hay ciudadanía», afirmó ayer el magistrado en la presentación de su libro en el Club FARO

Julio Picatoste e Inma Valeijejunto a Miguel Pasquau, en el centro, ayer en Vigo.

Julio Picatoste e Inma Valeijejunto a Miguel Pasquau, en el centro, ayer en Vigo. / Jose Lores

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Vigo

La confianza y la percepción que tienen los ciudadanos hacia el sistema judicial actual en España. Fue esta la primera cuestión que abordó el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía Miguel Pasquau para iniciar en el Club FARO la presentación de su último libro, «El oficio de decidir. Dudas y certezas de un juez en activo», un volumen en el que el también catedrático de Derecho Civil en la Universidad de Granada «se desprende de la toga» para desacralizar un oficio profundamente humano y en el que el más mínimo error puede arruinar vidas.

Acompañado por el magistrado jubilado Julio Picatoste y por la profesora titular de Derecho Penal en la Universidad de Santiago de Compostela (USC) Inma Valeije, Miguel Pasquau Liaño inició su intervención afirmando que «todas las encuestas detectan una caída de la confianza en los jueces y sin confianza en las instituciones de la Justicia, no hay ciudadanía. La culpa de que esto suceda es variada, pero a mí me llama la atención que los jueces echen balones fuera». En este sentido, el magistrado indicó que, precisamente, su nuevo libro parte de su propio «malestar y preocupación» ante el discurso corporativo «poco empático, en absoluto modesto y ensimismado que parece no reflexionar nunca sobre aquellas cosas qué podemos mejorar, siendo los jueces mucho mejores que ese discurso corporativo».

En la charla, Pasquau señaló que su intención con «El oficio de decidir» no es rebatir dicho discurso, sino «contar qué nos pasa a los jueces cuando tenemos que decidir en casos difíciles. Pensé que hay que decir que nos equivocamos, porque estadísticamente es así, existe una mochila del 15% de errores en las decisiones», aseguró, añadiendo: «A lo mejor, por sacar la oposición, nos creemos que lo sabemos todo, o que por ser jueces ya somos imparciales, que estamos sometidos al imperio de la ley, pero es que la ley puede incumplirse si se aplica mal. La imparcialidad es muy difícil, deberíamos reflexionar sobre las estrategias que tenemos para trabajarla, por ejemplo, pero el discurso corporativo se centra constantemente en la independencia judicial y lo cierto es que está asegurada, porque tienes un estatuto que te permite decidir con entera independencia. El problema no está ahí, sino en la imparcialidad, que es un compromiso personal y un trabajo que nunca acaba, pero de imparcialidad hablamos poco».

Sobre el «lawfare»

A la pregunta de Inma Valeije sobre la existencia de «lawfare» o no en España, Miguel Pasquau apuntó que «tiene dificultades porque nadie quiere hacer el ridículo. Uno puede defender que sí hay y otro que no, pero sobre la premisa de que siempre está en el lado contrario porque: ¿Alguien va a reconocer que está usando su cargo judicial debido a una estrategia política?», planteó el magistrado, quien destacó que «no creo que haya que enredarse en si hay o no, preocupémonos de cómo intentar reforzar el sistema judicial para que si lo hay lo detecte».

En este sentido, el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía defendió que «en donde yo apoyaría la confianza de los ciudadanos es en que lo que es definitorio es que el juez no puede decidir sino después de oír a un abogado intentando convencerlo de lo contrario. La dialéctica es lo que da mayor valor institucional».

La valoración de la prueba y la interpretación de la norma

En consonancia con Julio Picatoste, en la presentación de «El oficio de decidir», Miguel Pasquau se mostró crítico con el sistema de selección y de acceso actual al Poder Judicial, puesto que para ello, en la oposición, «un aspirante a juez tiene que aprenderse más de 300 temas de memoria», afirmaron. Para ambos profesionales, este sistema debería modificarse, ya que «es doloroso ver a la juventud encerrada durante cinco o seis años para sacar la plaza y aprenderse los códigos de memoria, lo que no solo supone perder ese tiempo y esfuerzo, sino que también expulsa a muchos que serían magníficos candidatos a jueces. Perdemos mucho talento y hay pérdidas de oportunidades por el sistema de acceso actual».

En este sentido, Inma Valeije preguntó al magistrado si existía poca interpretación de la norma e invitó a Pasquau a reflexionar sobre la preparación jurídica actual de los nuevos fiscales y jueces, a lo que el catedrático respondió señalando que «la decisión judicial consta de dos actividades intelectuales: la valoración de la prueba, que pasa por esclarecer la verdad, y la interpretación de la norma, ver qué normas resultan aplicables y cómo las entiendo. La primera es una actividad más técnica y muy delicada en la que los abogados son fundamentales, mientras que la segunda ya requiere más formación y, aquí, el sistema memorístico de temas es un obstáculo, entorpece, porque para mí un buen juez lo es porque se ha olvidado de los temas, se ha desprendido de esa visión del Derecho de cápsulas rígidas. El sistema quieres que decidas tú, no que te laves las manos; el sistema quiere que asumas tu responsabilidad acorde a lo que tú crees que es el Derecho».

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