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ASUNTOS PROPIOS

«Medio tomate cherry al día nos parecía caviar»

«Si sigues al pie de la letra todos los protocolos, tienes la sensación de estar en Marte»

La ingeniera 
aeroespacial 
Estel Blay. 
|  Elisenda Pons

La ingeniera aeroespacial Estel Blay. | Elisenda Pons

NÚRIA NAVARRO

A Marte habrá que ir con algunas cosas claras. Para eso existen las misiones análogas en la Tierra, que permiten simular procedimientos, toma de decisiones y trabajo en equipo en condiciones similares a las del espacio. Una de ellas es Hypatia Mars, un proyecto en el que colabora la Fundación ‘la Caixa’, integrado solo por mujeres. Ya se han realizado dos ediciones en la Mars Desert Research Station, perdida en el desierto de Utah (EE UU). La tercera será en 2027 y la ingeniera aeroespacial Estel Blay (Manresa, 1988), ejecutiva de la Agencia Espacial Europea, será la comandante.

¿Qué gracia tiene vivir en Marte sin pisar Marte?

La idea de las misiones análogas es vivir y trabajar en condiciones lo más parecidas posibles a Marte, con el fin de recabar datos científicos sobre la salud, la alimentación y las relaciones interpersonales que sean útiles en futuras misiones en el espacio.

¿Y ese trozo de desierto de Utah, a 400 kilómetros de la primera gasolinera, da el pego?

La simulación te devuelve lo que tú le pongas. Si sigues al pie de la letra todos los protocolos, tienes la sensación de estar en Marte. La primera vez que hicimos una misión extravehicular, con los trajes puestos, sentimos una emoción genuina.

¿La tercera misión será allí?

Aún lo estamos valorando. Hay una cueva increíble en una mina en Cantabria [en Arredondo] que permite simular condiciones de aislamiento, oscuridad y confinamiento.

¿Una cueva?

Cuando vayamos a Marte, seguramente habrá que empezar en una cueva.

La gracia de Hypatia es que son nueve científicas. ¿Perfiles con poderío?

Hay científicas, ingenieras, artistas, periodistas. Todas increíbles. Pero lo importante es que el puzle encaje, que es lo que hará que una tripulación funcione.

Sea sincera, ¿qué tal la convivencia?

Funciona mucho mejor de lo que esperaba. Tenemos en común la voluntad de hacer ciencia. Hay pocos datos con relación al cuerpo de la mujer en el espacio. Lo importante es generarlos y observar patrones. Entre otros temas, trabajamos la menstruación.

A las astronautas las obligan a hormonarse, para no generar residuos.

En colaboración con Astrocup, una agrupación que estudia la viabilidad de copas menstruales para el espacio, y un equipo de ginecología del Hospital de Sant Pau, participamos en un experimento con el fin de abrir el debate sobre la ciclicidad femenina.

Y de paso, hacer un experimento hortícola.

Empleamos sangre menstrual diluida en agua como fertilizante de germinados de judía blanca y observamos que produjeron mayor cantidad de raíces y brotaron antes que la contraparte no fertilizada.

¿Se las comieron?

No me habría importado, pero la Mars Society pone a nuestra disposición comida deshidratada para los 15 días. Y tuvimos la suerte de que en el invernáculo había hortalizas no utilizadas por la tripulación anterior. Nos tocaba medio tomate cherry al día. ¡Puro caviar!

¿Qué otras privaciones pasan?

No puedes llamar a tus hijos cuando quieres. Solo tienes dos horas de internet al día, y son para hacer informes para la base. Yo echaba de menos la posibilidad de salir y caminar, sin traje ni mochila de 15 kilos, sin límite.

Tanto esfuerzo para una empresa... de colonización.

En Hypatia no empleamos la palabra «colonización», sino «exploración». Ya que lo hemos hecho tan mal en la Tierra, estudiamos cómo hacerlo de manera responsable.

Sus posibilidades de ir son pocas. ¿No le da rabia trabajar tanto para nada?

El objetivo es hacer ciencia. Aunque no negaré que la mayoría hemos tenido ese sueño.

¿Iría hoy mismo?

No, porque no volvería.

¿Siempre quiso ser astronauta?

Mi padre tenía un pequeño telescopio y de niña me parecía muy guay mirar las estrellas. Cuando vi que había una carrera que me permitía estudiar eso, las piezas encajaron. Tuve la suerte de tener unos padres que nunca me dijeron qué podía o no hacer por ser niña. Ni cuando competí en judo, ni al elegir carrera.

La nueva promoción de la NASA la integran seis mujeres y cuatro hombres.

En el sector aeroespacial, aún somos el 30%. En Hypatia nos preocupa en qué momento se pierden las niñas que les gustaba el espacio. Hemos de intentar que nunca piensen que no es para ellas. Y ocurre en otros ámbitos. Mi hija de 7 años vino llorando porque un niño le dijo que no podía ser pirata. Nadie debe decir lo que no puedes ser.

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