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Entrevista | Roy Galán Escritor y activista feminista y LGBTIAQ+

«Criarme con dos madres me enseñó que no hay una única forma de desear»

El escritor gallego y activista feminista y LGTBIAQ+ Roy Galán hablará de intimidad y fantasía en la jornada «Cartografías del placer» de la Sociedad Gallega de Sexología (SOGASEX). El acto, que se celebrará en Ourense este próximo viernes, explorará el deseo y la erótica

Roy Galán.

Roy Galán. / Cedida

Vigo

Roy Galán nació en Santiago en 1980, aunque se ha criado en Tenerife, en una familia de dos madres. En 2013 creó una página en Facebook en la que comenzó a colgar sus textos. Hoy, solo en Instagram, tiene más de 520.000 seguidores.

Autor de «Fuerte» y «Los amores», entre otros libros, este viernes 17 de octubre dialogará en Ourense sobre la fantasía y la intimidad con la también escritora y doctora por la Universidad Queen Mary de Londres Sara Torres, dentro de la jornada «Cartografías del placer. Explorando la erótica y el deseo» de la Sociedad Gallega de Sexología (SOGASEX).

—Ahora compartimos todo lo que nos sucede en Internet. ¿Se está perdiendo la intimidad?

—Vivimos en una era de la sobreinformación e hiperconectada, y a veces incluso pensamos que nos perdemos cosas, pero no es del todo cierto que compartamos nuestra intimidad porque esta requiere de un conflicto que las redes no nos proporcionan. La intimidad que se comparte está muy medida, es decir, comparto lo que quiero para crear un producto para comercializar con él, pero no es una intimidad real, porque cuando hay una posibilidad de darte cuenta de que estás en la intimidad, esta desaparece. Una propuesta de mundo tendría que ver con encontrar una intimidad real, sobre todo en un momento con tanta polarización entre géneros. Tal vez la intimidad sea un lugar de reencuentro entre hombres y mujeres, lejos de las proclamas o los dogmas que nos quieren hacer creer que el otro es un enemigo.

—¿Por qué esta polarización?

—Creo que existe un exceso de información que hace que construyamos nuestros relatos en torno a lo que sabemos, pero no experimentamos. Trabajamos siempre sobre la idea que tenemos del otro y no sobre quién es, y no hay un diálogo. Llevar a acabo una escucha activa es superimportante si queremos que el mundo sea un lugar mejor y habitable.

—Usted se declara activista feminista. ¿Cómo repercute este activismo en un hombre?

—Es que creo que no queda otra. Para mí, el género es algo relacional, que se construye con las personas. Los hombres también estamos en una socialización de género en la que se nos dice que para ser hombre de verdad tenemos que cumplir una serie de requisitos y estas exigencias son un caldo de cultivo para muchos otros males como soledad infinita, asumir riesgos, alta tasa de suicidios... El género tiene también un impacto en nuestra vida. El feminismo no es solo una cuestión de justicia social, de alcanzar una igualdad real entre hombres y mujeres; el feminismo para los hombres tiene una clave de transformación social superimportante. Tenemos que ver de qué manera lo hacemos, sobre todo con los hombres jóvenes, y preguntarnos por qué no han sentido que dentro de los feminismos tenían una oportunidad para pensar sus existencias. Los feminismos son un lugar superbonito para pensar el mundo también con los hombres porque sin ellos, nada va a cambiar.

—¿Qué papel tiene la palabra en todo esto?

—La palabra tiene un papel transformador increíble. Vivimos tiempos tenebrosos, en los que primero la palabra ha sido sustituida por la imagen y luego la imagen lo ha sido por otra a mayor velocidad, editada, con una emoción cargada. Lo que consumimos ahora está pensado para la rabia, la ira... Cuando lees y te dejas leer por dentro, el mundo es mucho más rico y puedes ser más libre.

—¿Mujeres y hombres pueden expresar su sexualidad con la misma libertad?

—No creo que el deseo sea diferente entre hombres y mujeres, pero socialmente hay una lectura distinta. La sexualidad forma parte de la propia vida, por lo que una educación sexual, integral, es un derecho. Expresar nuestro deseo no debería tener un castigo ni ser un estigma. Las mujeres que han expresado deseo han sido consideradas brujas o malas mujeres, pero no diría que los hombres no tienen miedo ni dudas en la intimidad. Existe una idea, que tiene que ver con la heterosexualidad, de que el hombre siempre siente deseo y si no, el hombre desaparece. Tampoco nos enseña nadie que existen otras posibilidades en el deseo fuera de la heterosexualidad. Hemos elegido esta para ordenar el mundo como podríamos haber elegido otra, pero la diversidad también existe. Yo me crié con dos madres y lo que me enseñó es que no hay una sola forma correcta de desear y de estar en el mundo.

—¿Se ha sentido alguna vez discriminado por pertenecer a una familia homoparental?

—La mayor discriminación vino por parte de una irresponsabilidad política, de un discurso de odio hacia familias que lo único que trataban era de sobrevivir dentro de la diversidad. Mientras se estaba debatiendo el matrimonio homosexual, tuvimos que escuchar cosas tan bárbaras como que la mía no era una familia. La diversidad siempre nos hace plantarnos preguntas.

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