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La calle como taller

El pintor Celso Varela regresa a Príncipe para realizar uno de sus retratos al aire libre

El pintor Celso Varela retrata a Osiris en la calle Príncipe de Vigo.

El pintor Celso Varela retrata a Osiris en la calle Príncipe de Vigo. / Alba Villar

Vigo

Pertrechado con su caballete, pinceles y óleos, Celso Varela (Briallos, Pontevedra, 1952), fiel a la tradición del plenairismo (pintar al aire libre), ocupa su silla en el lugar convenido. Osiris, su modelo, hace lo propio. Así, quedan frente a frente en una de las calles más concurridas de Vigo, la del Príncipe, ante la sorpresa de los viandantes, que no pueden dejar de contemplar la inusual escena.

Varela, muy concentrado, pasa su mirada del lienzo a la modelo y de esta, de nuevo, al lienzo, mientras del blanco comienzan a surgir unas tímidas pinceladas que, poco a poco, van adquiriendo grosor y forma hasta que la figura de Osiris emerge, con el adoquinado y los edificios de Príncipe de fondo. Este es el segundo retrato que el pintor pontevedrés ejecuta en la Ciudad Olívica, que se suma al cerca de medio centenar que conforman esta serie realizada al aire libre. «Me gustaría realizar una exposición como homenaje a la mujer. Vivimos en un momento en que se están cometiendo verdaderas atrocidades contra las mujeres», expresa el pintor.

Fue hace tres años cuando Varela decidió salir de su estudio para pintar paisajes urbanos al aire libre, a los que poco después se sumaron los retratos. No son retratos por encargo. Es él quien escoge a sus modelos. «Son mujeres –afirma– que me atraen desde un punto de vista plástico, que tienen algo que me mueve a retratarlas».

Con cada pincelada, meditada y puntillosa, el pintor de Briallos va tejiendo una especie de comunión con la modelo. «Si no hay filling no soy capaz de pintar a una persona», afirma.

Artista prolífico, Varela reconoce que vive un momento creativo «muy dulce». «No concibo un día sin coger un pincel», confiesa.

En cuanto a pintar al aire libre, asegura que ha sido todo un descubrimiento. «Me he dado cuenta de que soy muy rápido y de que tengo una gran capacidad de concentración», sostiene.

Eso sí, reconoce que hay días en que tiene que colocar un cartel para evitar que los viandantes le avasallen con preguntas y comentarios. «Me abstraigo bastante de lo que pasa a mi alrededor, pero si están constantemente hablándome pierdo la concentración», dice.

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