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Las mujeres se identifican como bisexuales cuatro veces más que los hombres

Un grupo de jóvenes delante de una pintada política en Barcelona. / JORDI OTIX
Ares Biescas (Verificat)
En el pasado, la sociedad condenaba la homosexualidad e incluso las primeras versiones del principal manual psiquiátrico del mundo, el DSM, la etiquetaban como una enfermedad (rectificó en 1973). Ahora, las generaciones más jóvenes no dudan en expresar sin tapujos su orientación sexual. Es cada vez menos encorsetada, como demuestra un repaso histórico por diferentes encuestas y una investigación reciente de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad de Toronto.
El estudio de estas dos instituciones académicas, basado en dos encuestas hechas en 2017 y 2022 a un total de 4.000 jóvenes de Catalunya, muestra que, entre las mujeres de la Generación Z, más del 25% se identifican como no heterosexuales, un porcentaje que duplica el de la generación por encima. En los hombres, el cambio es menos acentuado, y la gran mayoría siguen identificándose como heterosexuales.
Las encuestas de opinión retratan una tendencia similar, aunque incluyen muestras más pequeñas de personas. Un 21,1% de las mujeres catalanas de entre 18 y 24 años se identifican como bisexuales, mientras que lo hacen el 5,7% de hombres de la misma edad, según la última encuesta longitudinal del Centro de Estudios de Opinión (CEO), en un fenómeno al alza que atraviesa también a España y otros países europeos.
Se trata de una brecha de género y de edad. Entre los catalanes de 18 a 24 años, un 26,7% de las mujeres y un 11,5% de los hombres se definen como gays, lesbianas o bisexuales. En cambio, entre los mayores de 64 años, estos porcentajes caen hasta el 2,5%.
A nivel estatal, las cifras de bisexualidad suben incluso más: en la edad de 18 a 24 años hay un 40% de mujeres que se identifican como bisexuales y menos de un 60% se consideran heterosexuales, según la última encuesta del Centro de Estudios Sociológicos (CIS), de enero de este año.
A pesar de las limitaciones de estas encuestas (en 2022, un 8,2% de los catalanes dijo que prefería no contestar a la pregunta sobre su orientación sexual), investigaciones como la de la UPF y la Universidad de Toronto reafirman este cambio social y encuentran entre sus causas a la ideología y el feminismo.
El estudio apunta que la ideología política es un factor clave en la identificación sexual, y que “los jóvenes que se identifican como más de izquierdas tienen una probabilidad significativamente más alta de definirse como LGB+ en comparación con aquellos que se consideran centristas o conservadores”.
Maria Rodó-Zárate, directora del Grupo de Investigación en Género y Desigualdades (GRETA) de la UPF y líder de la investigación, explica a Verificat que “ciertas posiciones que tienen que ver con el feminismo, sobre todo en las mujeres, hacen que tengan una apertura para explorar su sexualidad”.
Un cambio social desde la llegada de la democracia
Sin embargo, no siempre se tuvo la libertad y los derechos actuales que se reivindican este mes en el Orgullo LGBTIQA+. En el caso de la transexualidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no dejó de considerarla como una enfermedad hasta 2018. En España, la primera vez que el Centro de Estudios Sociológicos (CIS) menciona la palabra “homosexual” es en una encuesta de 1976 en la que identifica la homosexualidad como un problema social junto con la especulación del suelo.
En 1994, un 36% de los españoles creía que la homosexualidad no era natural y un 30% que era una enfermedad o una patología, un porcentaje que cayó al 22% y al 13%, respectivamente, 10 años después, cuando se volvió a preguntar en 2004.
Para Maria Giralt, activista histórica del colectivo LGBTIQA+, la aprobación en 2005 del matrimonio homosexual “fue un cambio determinante en la visión de lo que significa la libertad de orientación sexual”. Giralt asistió cuando tenía 18 años a la primera manifestación en Barcelona del colectivo LGBTIQA+ en España, en 1976, cuando protestaban en contra de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Desde entonces, la sociedad ha cambiado mucho, a pesar de que continúen existiendo agresiones: “Antes una pareja gay iba por Passeig de Gràcia, se daban la mano y la gente se giraba”, añade.
La última vez que se preguntó a escala nacional sobre la percepción de la sociedad española en cuanto a las personas LGBTIQA+ fue en 2008. Para entonces, el número de encuestados que estaba “muy de acuerdo” con que la “homosexualidad es una enfermedad y como tal debe tratarse” había caído al 5,7%.
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