Una víctima de 24 Horas de Alcohólicos Anónimos: «Me quitaron las pastillas de la depresión»
FARO accede a nuevos testimonios de afectados del grupo denunciado como secta
A sus miembros les sustraen la medicación prescrita y les obligan a humillar a otros afectados

FDV

FARO ha accedido a nuevas revelaciones sobre el Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos, que utiliza el nombre de los verdaderos Alcohólicos Anónimos para captar adeptos y ha sido denunciado por comportamientos sectarios. Una de las víctimas de esta organización en Galicia relata que en uno de esos grupos le quitaron la medicación prescrita para la depresión y que padeció ataques de ansiedad. Y en mensajes de WhatsApp, los «padrinos» de estos grupos celebran el regreso de miembros «recaídos» en mal estado.
Las informaciones de FARO sobre Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos, que se estableció en Ourense hace 24 años –fue el primero de España–, han animado a más afectados a dar su testimonio. Luis Labarga, coautor del libro «La noche oscura de Alcohólicos Anónimos», ha recogido cerca de una veintena. «Tenemos mucha información que nos llega de dentro», asegura a este periódico este periodista, que aporta pruebas documentales procedentes de los «anexos» de Elche, Madrid y Galicia. Con todo, el pasado sábado el grupo de Ourense celebró su XXIV aniversario en el Campo da Feira de la capital ourensana, con la asistencia de decenas de personas.
«Me engañó, me llevó de la mano al grupo y me sacó toda la medicación que tomaba para la depresión. He tenido ataques de ansiedad allí y nada, me decía que fuese más al grupo para que me pasasen. Qué sinvergüenzas», señala una víctima que estuvo en uno de esos anexos, donde los alcohólicos pasan el día y suelen dormir en colchones tirados sobre el suelo.
«Los padrinos les dicen que tienen que quitarse de los antidepresivos y ansiolíticos y guardan esos fármacos. Hay gente que tiene ataques de pánico y de ansiedad. Hubo uno que casi se muere en el anexo y tuvo que ir una ambulancia», afirma Labarga.
Otra víctima de esta organización en Galicia cuenta que el «padrino», que le había instado a contarle sus vivencias más descarnadas, explotaba ese conocimiento íntimo para someterla: «Al tener un historial tan duro sabían dónde darme y el maltrato fue tan intenso que a día de hoy sigo trabajando con mi psicóloga en ‘desaprender’ todo lo que me hicieron creer ahí, lo que yo ‘era’ y cómo volvería a arruinarle la vida a mi familia», detalla.
Humillaciones
Esta víctima habla también de que le obligaban a hacer «ayudas», que en el argot del grupo es humillar a otro miembro. «Si te dicen que tienes que ‘ayudar’ a una persona es que tienes que insultarle, humillarle, que sé de cuenta de la porquería que es como persona, yendo a lo más duro de su vida», explica Luis Labarga.
En pantallazos de WhatsApp a los que ha tenido acceso FARO, padrinos tanto de Elche como de Madrid se ríen de una antigua miembro del grupo que ha fallecido y celebran la llegada de «recaídos» «sin trabajo» y hechos «una mierda», comenta uno de ellos. Otros responden poniendo emoticonos de risas y afirman que esa recaída es una «bendición».

Una víctima de 24 Horas de Alcohólicos: «Me quitaron las pastillas de la depresión»
«Ceremonia del recaído»
Labarga explica que la «ceremonia del recaído» es una fiesta: los padrinos, o no dejan al afectado salir del grupo o saben que va a volver. Es como un pecador, la oveja descarriada que vuelve al redil. «Al recaído lo ponen en primera fila y lo machacan: le llaman hijo de puta, le dicen que merece morir, que su mujer le pone los cuernos y que su hijo le ha tratado ‘como un conducto vital’», dice el periodista, que conoció personalmente uno de estos grupos en Madrid.
Asesorado por el experto en sectas Luis Santamaría del Río, Luis Labarga considera que estas prácticas constituyen un ejemplo claro de persuasión coercitiva, un «lavado de cerebro» a base de abuso psicológico. En septiembre pasado, la Red de Prevención del Sectarismo y del Abuso de Debilidad (RedUNE), entregó en el Congreso de los Diputados 300.000 firmas para que los legisladores incluyan en el Código Penal esta forma de presión que ejercen las sectas sobre sus adeptos.
Varios afectados han aprovechado la asistencia de los padrinos –entre ellos, Javier G., el jefe de Ourense y líder de la organización en España– al congreso de la organización en México para huir de los anexos. Por ello algunos han recibido duras reprimendas, como la que el «padrino» de Madrid, Pedro, le dirige a una víctima, llamándola «rata», como se puede escuchar en cortes de audio a los que ha tenido acceso FARO.
«En 24 Horas no existe ningún respeto por el ser humano», coinciden varias víctimas que han contactado con Luis Labarga.
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