Entrevista | José Luis Doval Ginecólogo

«El aborto ni entendió ni entiende de ideología, recurren a él las mujeres que lo necesitan»

En plena oleada reaccionaria a nivel global contra multitud de derechos, especialmente los relacionados con la mujer y la salud reproductiva, España se aproxima al 40 aniversario de la norma que legalizó el aborto en el Estado. El doctor José Luis Doval, primer ginecólogo que los practicó en Galicia, repasa estas cuatro décadas con una reflexión crucial: «Estamos en un momento de retroceso, esto debe hacernos pensar que los derechos conquistados no son eternos y que hay que defenderlos».

José Luis Doval

José Luis Doval / Iñaki Osorio

A. Chao

A. Chao

Vigo

– ¿Cómo recuerda el contexto social y profesional de aquel 1985 con la llegada de esta ley?

– Buena parte de la profesión se posicionaba muy en contra, fundamentalmente por motivos de tipo religioso o por esa frase tan repetida de que los médicos no están para quitar la vida, cuestión que se reprodujo posteriormente con otros asuntos como el de la eutanasia. El caso es que, en aquel momento, esta ley supuso una respuesta a las mujeres que necesitaban una solución frente a embarazos no deseados. De hecho, que las mujeres con dinero pudieran hacerlo desde hacía años, desplazándose a Londres, Holanda o Francia, no resolvía el problema de la mayoría. Desde el punto de vista social, especialmente para las mujeres, sí que había una demanda a la que se le dio respuesta.

– ¿Fue una forma de democratizar algo que hasta entonces solo se hacía a punta de dinero?

– Sí, fundamentalmente. Pero también permitió transmitirle a la sociedad que el pensamiento cristiano no era la única forma de entender la vida o las relaciones sexuales. Todo sucedió muy rápido. Hasta 1977 en España los anticonceptivos estaban prohibidos por ley.

«La ley del aborto permitió transmitirle a la sociedad que el pensamiento cristiano no era la única manera de entender la vida o las relaciones sexuales»

– Esa insistencia que tenemos en preguntarnos si existía un perfil de mujer que recurría al aborto, ¿tiene algún fundamento?

– No había un perfil. Abortaban solteras, casadas, divorciadas, viudas… mujeres de derechas, mujeres de izquierdas y sin posicionamiento. No entiende de ideología o posición. Realmente, lo que viví es que abortaban mujeres que lo necesitaban, cada una por una serie de circunstancias y motivos.

– ¿Y eso ha seguido siendo así a lo largo de cuatro décadas, a pesar de los métodos anticonceptivos y la educación?

– Sí. Llevo tres años jubilado, pero hasta donde sé sigue siendo una circunstancia que afecta a toda la sociedad. Entre otras cosas, porque muchas veces la gente dice: «es que ahora se usan más anticonceptivos», pero curiosamente España no ocupa los primeros puestos en el ranking europeo de acceso a métodos anticonceptivos. Aún hay dificultades, por ejemplo, porque las listas de espera en algunas zonas del país para consultas de anticoncepción son muy largas, de varios meses. Y, por otra parte, le estamos pidiendo a una mujer que comienza su vida sexual con 15 o 16 años que se proteja todos los días de su vida fértil. Así, las posibilidades de fallos, errores de uso, etc., pueden ser frecuentes.

– Menciona las listas de espera para consultas de anticoncepción, siendo usted también una pieza clave en el desarrollo de los COF y, por lo tanto, de buena parte de la educación sexual, ¿qué papel jugaron y juegan?

– Los COF jugaron un papel importante en todo lo relacionado con la vida sexual: las relaciones, temas de anticoncepción, disfunciones, aborto… Fueron un factor muy importante para que se normalizara la educación sexual, mucho más allá del aborto. Es cierto que facilitando la comprensión, el acceso, los precios… de los anticonceptivos, las tasas de aborto se estabilizan o pueden disminuir, pero los embarazos no deseados siguen existiendo.

– Siendo el primer doctor en practicar un aborto en Galicia, ¿se le presentó algún debate ético en algún momento?

– Yo siempre tuve muy claro que era un derecho de la mujer.. Incluso antes de la ley en España, ya aconsejaba a mujeres cuando tenían que ir a Portugal o Inglaterra. En el ámbito profesional no había un enfrentamiento abierto. Era todo más sutil: el Colegio Médico se oponía, las estructuras jerárquicas de los hospitales también…

– Pero había, y sigue habiendo, objeción de conciencia.

– Sí, y yo en cierto modo defiendo la objeción de conciencia. Hay áreas de la práctica médica que la necesitan. No obstante, no me preocupa especialmente en relación con el aborto. Con el paso del tiempo, la gente que se declara objetora ha disminuido.De hecho, quienes no quieren practicar abortos se declaran objetores de forma individual. Son pocas las ocasiones en las que hay un volumen grande de objetores en un hospital o área concreta. Puede haber casos puntuales, momentos puntuales, pero no es un problema para el desarrollo de la ley del aborto.

– Casos puntuales, ocasiones puntuales… Es inevitable preguntar por la cuestión de plazos y edades y consentimiento -o no- de los tutores

– En mi experiencia, no he visto que unos padres se negaran a que su hija abortase cuando ella ya lo había decidido. En casos puntuales de conflicto se encuentran formas de resolverlo. Pero en algún punto hay que poner los límites, y creo que establecer la mayoría de edad sanitaria en los 16 años me parece correcto.

– Hablamos del hito de la legalización del aborto. ¿Qué opinión le merecen los avances legislativos hasta la ley actual?

– Un hito importante fue la modificación de la ley durante el gobierno de Zapatero, al establecer que el Estado «garantiza todos los abortos y si no los puede hacer en su red pública tiene que pagarlos en su red privada». Esto, de algún modo, democratizó bastante el acceso al aborto y lo elevó al nivel de un derecho de las mujeres, igual que cualquier otra cirugía, garantizándolo en tiempo y forma.

«Estamos en un momento de retroceso, esto debe hacernos pensar que los derechos conquistados no son eternos y que hay que defenderlos»

– Cuarenta años después, ¿estamos en un momento de retroceso en cuanto a derechos reproductivos a nivel global?

– Sí, sin duda. De hecho, hay algunos países que han revertido sus leyes del aborto. Creo que esto debería servir para que la sociedad deje de pensar que, entre comillas, sus derechos son «eternos». Hay que defenderlos. Esto también ocurre con la sanidad, no solo con el aborto o el acceso a los métodos anticonceptivos.

– ¿Cuál diría que ha sido el principal avance en derechos reproductivos?

– Los métodos anticonceptivos de larga duración, que no dependen de la acción diaria de la mujer, que garantizan una anticoncepción segura a largo plazo y que reducen considerablemente la tasa de fallo.

– ¿Un reto?

– El acceso a métodos anticonceptivos y de protección en el tercer mundo. Añadiría la cuestión de la influencia de las realidades religiosas en la legislación.

– Un mensaje para los nuevos profesionales.

– Deben plantearse la defensa de los derechos reproductivos desde el punto de vista de la ética profesional, facilitando que cada mujer y cada pareja pueda tener descendencia cuando lo desee y que no la tenga cuando no lo quiera. Que faciliten todo ese rol sanitario alrededor de esas decisiones. Esa ya será una labor sanitaria importantísima. Siempre sin juzgar ni estigmatizar, tampoco las prácticas o relaciones que se salgan de lo que se entiende por «normativo».

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